por Ramón de Isequilla, desde Madrid, Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., @ramonpunta

La respuesta a la pregunta puede ser que el odio sea la razón, pero creo que no es por odio, sino que es por temor, y les explicaré el porqué.

España está gobernada por la izquierda caviar, denominada de esta manera porque los gobernantes, que les gusta hablar con la izquierda y tomar whisky con la derecha, son todos ellos millonarios o hijos de millonarios, o en su defecto becarios de chiringuitos ideológicos que nunca trabajaron en su vida, para peor apoyados por separatistas corruptos herederos del tres per cent, y como última calamidad, por un grupo de niñatos universitarios financiados por el narco comunismo bolivariano y el terrorismo iraní.

Su ideología, muy exitosa para las dictaduras caribeñas, es muy clara, el pueblo cuanto más pobre y necesitado mejor, embrutecido por leyes de educación como la ley Celaa, alimentados por el odio a España, sirviéndose de la leyenda negra que quiere imponer la ley de desmemoria histórica, todos viviendo de la mano del estado, como los famosos “planes” inventados en Argentina, y como dicen en Cuba, “haciendo que trabajan” mientras que el estado “hace que les paga”.

Los gobernantes disfrutando de sus fortunas y las prebendas oficiales y el pueblo empobrecido, embrutecido, votando cada cuatro años para poder recibir algún subsidio, ese es el proyecto que funcionó cuatro décadas en Andalucía, pero este perverso proyecto se encuentra hoy con un enemigo temible, “el turismo”.

El turismo es vida, es progreso, es libertad, para los que con gran orgullo prestan el servicio y se ganan la vida con ello y para los consumidores que encuentran en el turismo un solaz a sus rutinas diarias.

Durante la pandemia, el gobierno de la comunidad de Madrid decidió con éxito permitir que la gente trabajara y se divirtiera, siempre cumpliendo estrictos protocolos de sanidad. El gobierno central quería cerrar toda la hostelería, lográndolo en algunas comunidades cómplices, para que los ciudadanos vivieran de un subsidio del Estado, hecho que se vanaglorió la ministra de trabajo por haber batido el record de personas que vivían del subsidio del Estado, cuanto más paro mejor, clientela electoral asegurada.

Otra de las consecuencias buscadas por las medidas del gobierno nacional, era fundir a la mayor cantidad de empresarios, para luego quedarse con sus empresas, una forma económica de expropiación.

Pero este siniestro plan de atacar al turismo para destruir España, objetivo comunista para gobernar según sus deseos, (contando con la colaboración de las fuerzas separatistas que consideran más fácil declarar su independencia ante un gobierno Frankenstein), se encontró con una barrera que no esperaban: Los Tabernarios, exponentes de la avanzada del turismo en Madrid, que no permitirán que experimentos de ingeniería social les cambie su forma de vida y les aniquile su futuro, embruteciendo a sus hijos y corrompiéndolos moralmente.

Esta reacción del turismo despierta el gran temor en la “izquierda caviar” de ver que contra la libertad en España no se puede, y el turismo se ha convertido en el abanderado de la libertad, por eso sus ataques crueles e irracionales provocaron que cada día hay más “tabernarios” dispuestos a enfrentarlos.

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