por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

La Zona Roja de Amsterdam

Es sabido que la zona roja de Amsterdam constituye un atractivo turístico, no sólo para quienes buscan placer carnal-esto no sería novedad- sino para la gente que se sorprende ya que esa zona en cierto modo es un centro comercial de la prostitución.

La curiosidad está dada por el hecho que las autoridades de la ciudad han debido reglamentar la circulación de turistas para no entorpecer el derecho de las prostitutas para ejercer su oficio ni para afectar su dignidad.

Los grupos de turistas no podrán superar las 20 personas, deberán respetar a las “trabajadoras”, si se las mira deberá ser con recato. Mientras los guías explican a los visitantes cómo funciona la zona, los turistas deberán estar de espaldar a las vidrieras en las que se exhiban las mujeres, no entorpecer ni fotografiar el ingreso o salida de los clientes y obviamente no agredirlas de palabra.

Los guías turísticos deberán obtener una habilitación especial para poder trabajar como tales en esa zona que deberán renovar cada 18 meses y su costo es de € 100,00. Las multas por carecer de esa “licencia” podrían llegar a los € 950,00.

Por último, de lo que se trata es que la zona roja no se convierta en un circo y que en definitiva no deje de ser un centro comercial destinado exclusivamente al comercio sexual.

No creo que sea un tema para tomar con ligereza y verlos con los ojos de la hipocresía, cinismo o de las llamadas moralinas.

Es una prueba de que todas las personas tienen derecho al respeto y a la dignidad y un modo para tener en cuenta de cómo enfrentar y resolver unas de las cuestiones que genera la sexualidad.

España récord de turistas, pero….

81.786.364 fue el número de turistas que ingresaron a España durante 2017, que dejaron un ingreso de € 86.823 millones, sin embargo la estadía promedio es de 7/8 dias y el gasto por persona orilla los € 1000,00.

Más del 50% de los turistas que llegaron por avión lo hicieron por las “low cost”, el mayor porcentaje proviene del Reino Unido pero su gasto apenas supera los € 900,00 por persona.

Sin embargo, lo que se plantean las autoridades es si ese número impactante de turistas, teniendo en cuenta la recurrencia y los reingresos de quienes regresan a sus países de origen, es realmente sostenible.

Otra cuestión es la estacionalidad, que es causa de empleo temporario, precisamente para atender los picos.

Ahora bien, si vemos que la llegada de turistas entre 2007 y 2017 se incrementó en un 39%, el empleo solo creció un poco más del 12%, y si parte de ese porcentaje es por contratos de plazo fijo parecería que hay un equilibrio inestable.

No sé si es posible medir el monto de la inversión que debe hacer un país para facilitar la circulación de turistas y el retorno que se genera, pero como todo lo humano parecería que hay límites que no se debieran exceder.

Con esto no pretendo criticar el llamado turismo “low cost” -gasolero entre nosotros-, pero asi como la entrada a un espectáculo tiene un precio que de por si es excluyente, el turismo también es un producto que tiene un costo, y si lo facilitamos por debajo de ese piso, genera pérdida.

La economía colaborativa, su forma de “trueque temporario de viviendas”, apunta precisamente a bajar el nivel del costo turístico, lo que permite asignar recursos por ejemplo a educación.

Entramos en una época en que la división de la sociedad, se dará entre los más y los menos educados, y esa diferencia determinará el nivel de ingresos.

Probablemente en poco tiempo la zona roja de Ámsterdam se convierte en una zona de muñecas y las prostitutas puedan ejercer otros oficios que desde mis prejuicios, llamaría más dignos.

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