por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
Esta epidemia del COVID 19 puso al descubierto la fragilidad no sólo institucional de la República, sino también económico-social.
Digo institucional, porque es inadmisible que legisle una sola persona mediante decretos de urgencia, en los que además se miente porque en ningún caso se celebró formalmente el “acuerdo general de ministros” que exige la Constitución Nacional. Se firma por circulación de un papel cuyo contenido viene impuesto, sin posibilidad alguna de deliberación.
En cuanto a lo económico social, a esta altura parecería más bien una muestra de masoquismo, decir que tenemos un promedio de inflación del 40/50% anual que nos ubica entre los cinco países del mundo con ese lamentable record, pobreza en aumento y también en aumento la economía “negra” que debe estar en un 40%.
Son indicadores atroces.
El país una vez más se declara incapaz de cumplir con sus obligaciones dinerarias, como lo muestra la postergación unilateral de bonos de deuda sujeta a Ley argentina hasta el próximo 31 de diciembre, lo que equivale a una suerte de “default” con algún sesgo de prolijidad, y que anticipa un casi seguro nuevo default de la deuda emitida bajo ley y jurisdicción extranjera.
Esto significa lisa y llanamente que por un largo tiempo nuestro país estará alejado de la posibilidad de recibir préstamos e inversiones, salvo alguna especulativa que son las que más dañan, es como darle vinagre a un sediento..
El nivel del déficit fiscal encierra una rara paradoja, ya que en los hechos implica que el país está en deuda consigo mismo, un fenómeno jurídico imposible de explicar, ya que cuando la calidad de deudor y acreedor convergen en una misma persona, decimos que la deuda se extingue por confusión. En la Argentina, eso no ocurre.
El déficit fiscal significa en los hechos que cada argentino tiene un deuda con el estado, amén de las obligaciones fiscales regulares que, por otra parte, son asfixiantes. Debemos por partida doble.
Esta descripción excede los límites del surrealismo.
Algunos genios de la imaginación proponen nuevos impuestos a quienes más ganan, o los que oportunamente blanquearon dinero y bienes, seguramente mal habidos, pero en este caso se supone que la tasa del blanqueo fue el precio justo para tal fin. En cuanto a los que más ganan, hay que tener cuidado, ya que el fundamento del impuesto excepcional, sería que la imposición se presume sobre una base de sospecha sobre la causa de esas ganancias.
Todo esto suena como si alcohólicos anónimos fuera un servicio para que la gente se haga adicta al alcohol y para los ya adictos, se potencien en ese vicio.
El covid19 nos recuerda al cuento de autor anónimo “El traje nuevo del emperador”, el cual nos deja una moraleja que más o menos diría que el hecho que una mentira sea aceptada por una mayoría, no la convierte en verdad.
Ahora, merced a esta epidemia todos estamos quedando al desnudo, dicho de otro modo, la economía nos muestra que somos una sociedad pobre, sin reservas y que nos costará mucho salir de esta sima.
El segmento del turismo y del transporte aéreo muestran su palpable desnudez que se traduce en la situación terminal del sector como lo explicaba nuestro apreciado Jose Gonzalez, y es natural que se le pida auxilio al Gobierno, o mejor dicho al Estado. Es obvio que el mismo reclamo y pedido lo podrían hacer todos los prestadores de servicios turísticos y todos los segmentos restantes de la actividad económica.
Otros países, de mejor calidad institucional que nosotros, tienen recursos para aliviar por lo menos el costo de esta epidemia, sin ir al extremo de los EEUU que ha liberado u$s 2,2B N, o la Unión europea que esta analizando la posibilidad de emitir un bono para aliviar a los países más afectados de la Unión Europea, o una suma de € 500.000 millones que se distribuirá bajo la forma de instrumentos financieros y garantías del MEDE.
La triste realidad es que el único medio que tiene el gobierno es la emisión e dinero, dinero que son simples hojas de papel y cuyo efecto en la economía podría ser peor que la enfermedad.
Cuando se llega muy lejos es imposible regresar, no hay más remedio que seguir adelante y mi idea es que debemos pensar en medios novedosos teniendo en cuenta que tenemos un potencial de recursos que si los usamos de modo razonable y prudente, nos podría aliviar para salir de este putrefacto barro que es nuestra realidad económica.
Quizás la idea habrá que pensarla por el lado de una condonación de pasivos en la que todos perderemos, pero por lo menos nos liberaríamos del lastre de la preocupación por el pasado, solo tendríamos que pensar en el presente y futuro.
La concesión de nuevos créditos, fueran a tasa “cero”, impone la creación de nuevas obligaciones sobre obligaciones incumplidas. No es solución.
La emisión monetaria fatalmente seria causa de mayor inflación y nos podría poner al límite de la “hiper”, y en última instancia tendría el efecto indirecto de una condonación parcial de pasivos.
Estamos en una situación que lamentablemente todos tenemos algo que perder, unos parte de su capital, otros parte de su salario, es inevitable.
El gobierno cuenta con mínimos recursos y esos mínimos recursos deberán dirigirse a los sectores menos favorecidos o más perjudicados.
Es posible que una vez que tomemos conciencia de nuestra desnudez, decidamos comenzar a vestirnos, primero será con un “tapa rabo”, por una cuestión de pudor y a partir de allí agregar cada día una prenda más.
Quizás si tuviéramos algún Churchill, nos diría por cadena nacional “solo les puede ofrecer lágrimas y sacrificios para comenzar a construir un futuro distinto”, que ese futuro sea mejor o peor dependerá de nosotros…
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