por Damián Argul, desde Carrasco, Uruguay
Ya hemos visto el desarrollo de El Calafate (Argentina) a partir de su Aeropuerto y obras de infraestructura.
El gran ejemplo es Orlando (EEUU) a partir de la apertura de Walt Disney World, la ciudad que en esa fecha tenía 500 mil habitantes pasó a 2.3 millones según el censo del 2014.
Una ciudad que dependía del cultivo de naranjales y de una base militar cercana. Hoy es la ciudad del mundo que más visitantes recibe. (72 millones en el 2017)
Pero no se puede limitar la importancia de estas obras a resultados exclusivamente económicos. Son muchos los beneficios que aportan a la comunidad.
Tómese por ejemplo la exposición Art Basel de Miami, patrimonio intangible, que ha dinamizado varios barrios de Miami-Dade y, tuvo gran influencia en la cultura local lo que se advierte notablemente en Miami Beach donde hasta no hace mucho predominaba el estilo kitsch de los años 50.
En un reportaje del diario Miami Herald titulado “Art Basel, te debemos una” Harve A. Mogul, principal de la institución United Way for Miami Dade, dice al respecto: “Art Basel ha contribuido a levantar la autoestima de nuestra comunidad, que cree en un futuro aún mejor”.
A su vez Lluis Mesalles, une ambos aspectos-el turístico y el social- refiriéndose al efecto Guggenheim de Bilbao: “Bilbao está muy satisfecho por la marcha de las visitas turísticas a la ciudad, siguiendo el llamado del Guggenheim. Otras muchas ciudades están pensado construir edificios emblemáticos que disparen el interés de los visitantes. “Algunas lo logran, otras se quedan en proyectos. En Bilbao, desde la llegada del Guggenheim las cosas han cambiado mucho. Se han abierto muchos hoteles (se siguen abriendo), el clima social ha mejorado enormemente y la economía marcha en curso positivo.”
Los viajeros pueden corroborar el efecto de estas realizaciones que reafirman la identidad y el sentido de pertenencia. Si alguna duda cabe al respecto alcanza con ver la reacción de Francia y el Mundo ante el reciente incendio de la Catedral de Notre Dame de París.
Cabe entonces reclamar a los gobiernos que asuman este compromiso que bien podría ser encarado como Política de Estado ya que sus beneficios se extenderán a lo largo de muchas generaciones.
Portal de América