Cipriani
He sido cliente de los Harry Cipriani en Venecia y Nueva York, especialmente en esta ciudad donde el que está frente a Central Park es excelente.
Me gustó cuando reflotó Altos de los Reyes en Montoya. No me gustó cuando al poco tiempo se fue o lo dejaron ir. No tenemos en el este muchas marcas de prestigio, y menos desde que se fue el Conrad.
A nivel hotelería de lujo no es una marca muy reconocida, tipo The Península, Thompson, Six Senses Hotels Resorts Spas, Four Seasons, Sofitel o St. Regis. Se la conoce por sus bares, cocteles y restaurantes.
Hotel San Rafael
Las preoccupaciones por su edificio deberían haber empezado mucho antes, cuando el hotel y principalmente su techo estaban en ruinas y afeaba uno de los paisajes más transitados por el turismo. Se lo informé a Luis Borsari cuando era candidato a Alcalde.
El Hotel en si no parece viable: demasiado edificio para tan pocas habitaciones que no se si calificarían 5 estrellas. Lo conozco muy bien estuve muchas veces encerrado en él atendiendo numerosos congresos.
Yolanda Merlo luchó con uñas y dientes para mantenerlo abierto, especialmente después de la apertura del Conrad.
El edificio llamaba la atencíón a los turistas norteamericanos e ingleses por su estilo Tudor pero me sonaba un poco a injerto.
El proyecto
No soy quien para juzgarlo.
La primera maqueta que vi con el San Rafael al frente parecía la casilla de perro de una gran mansión, solo le faltaba el cartelito de “Guardián”.
No se cuánto obstruye la vista del lado este, que deja un gran espacio verde y al fondo la capilla de San Rafael con una importante escultura de Bauzá en su frontispicio. Me parece más rescatable esa vista que la del propio hotel. No puede ser todo cemento.
Las Intendencias
Resulta obvio que las intendencias precisan recaudar y que también tratan de generar empleo para la población, aunque esto pueda ser “pan para hoy y hambre para mañana”. Afear el paisaje ´puede costar muy caro.
Tenemos un horrible ejemplo con el Edificio Forum cortando la vista de la rambla montevideana, al igual que esas banderas y estructuras de la playa Pocitos que estropean uno de los paisajes más hermosos de la ciudad.
Lo mismo podemos decir de ese edficio al pie del puente de la Barra.
Pero hay más. Empecé llevando a Punta del Este turistas de varios países. Luego llevé amigos, periodistas, colegas y personalidades internacionales incluidos Ministros o principales del turismo de Italia, Sudáfrica y Curaçao. Al entrar a Punta del Este por la rambla de la Mansa, el despliegue de mansiones y sus distintos estilos frente a la Bahía de Maldonado ya los dejaba “muertos”, y luego todo iba bien por aquello de la “primera impresión”. Ahora pasa todo lo contrario con esta cantidad de pobres edificios de tres o cuatro pisos. Al parecer no se aprendió la lección. El problema no es sólo tirar edificios, sino saber que los reemplaza. Creo, en pleno delirio, que habría que a cambio de los permisos exigirle algo que signifique un considerable aporte a la zona, ya sea un Spa como Terme Saturnia, La Prairie o un Eataly. Cambiar belleza por cemento es mal negocio.
Portal de América