por Ramón de Isequilla, desde Madrid
El turismo como fenómeno transversal y complejo tuvo como hito indiscutido en occidente el “Camino de Santiago”, donde comenzó a materializarse la temática de los viajes en una forma masiva para la época, generando tímidamente a su alrededor toda la infraestructura necesaria para “dar albergue al caminante”.
Tanto en lo relativo al turismo como en la religión Católica, España tuvo un rol fundamental a lo largo de la historia, para ejemplo tenemos a Isabel la Católica (al igual que con Gaudí, están tardando las autoridades vaticanas en llevarlos a los altares) que, al ordenar la construcción del Hostal de los Reyes Católicos en 1492, “diseñado para ser un lugar de descanso y atención para los peregrinos y enfermos que llegaban al final del Camino de Santiago” siendo en la actualidad el hotel más antiguo del mundo en funcionamiento pleno, dio el pistoletazo de salida a la actividad hotelera organizada.
Poco meses después se iniciaba la evangelización del mundo de la mano de los españoles, que cruzaron primero el océano Atlántico, llevando militares, civiles y eclesiásticos, fundando una civilización con Hernán Cortes, luego fueron los primeros en circunvalar la tierra con Sebastián Elcano y concretaron la primera globalización, con el descubrimiento del tornaviaje del Fraile Andrés Urdaneta, uniendo Filipinas con América con el Galeón de Manila, para luego en un complejo procedimiento comerciar con los productos de China, la plata del Perú, llevando a España especias, porcelanas, marfiles, terciopelos y raso para finalmente comercializarlos en toda Europa.
El turismo fue el compañero de ruta del comercio internacional, dando sustento a el símbolo del Plus Ultra, escrito en las Columnas de Hércules que hoy ostenta nuestra bandera, espíritu que nos llevó más allá del Mare Nostrum hasta los confines de la tierra.
Terminó la Semana Santa, que nos trasladó a Málaga para acompañar a La Legión, en su impresionante homenaje al Cristo de la Buena Muerte, llenando las calles de fervor religioso y patriótico, al igual que en toda España con las procesiones más imponentes que se pueden encontrar en este descafeinado occidente y a visitar la imagen del Beato Fray Leopoldo de Alpandeire frente a la Iglesia de la Divina Pastora para pedirle su protección frente a los males que nos acosan.
El diario ABC publicó el sábado de gloria una interesante nota titulada “La Semana Santa saca a la calle el catolicismo sociológico: casi 29 millones de españoles asisten a las procesiones” subtitulando en forma aclaratoria “Cofradías, hermandades y otras manifestaciones de la 'piedad popular' son vistas como el «único cordón umbilical de relación con la Iglesia». La religiosidad popular alivia la crisis de fieles en las parroquias”.
Su lectura nos brindó datos interesantes y nos motivó a escribir estas líneas, de la cual extraemos: “…cerca de dos de cada tres españoles (un 61 %) participan de forma habitual en las procesiones de Semana Santa, lo que supone alrededor de 29 millones de personas”.
“Una presencia pública en una de las manifestaciones católicas de más arraigo en España que contrasta con la crisis que la Iglesia arrastra desde hace años tanto en la celebración de los sacramentos como en el menguante número de españoles que se declaran creyentes”, …Mientras la fe languidece en las parroquias, en las calles parece no perder vigor”.
“Entre lo religioso y el turismo. Un fenómeno entre lo religioso y lo turístico, pero que trasciende este último aspecto. «En un mundo globalizado, en que todos parecemos iguales, el hombre busca su identidad, las raíces, lo local», explica a este diario (ABC) el jesuita y experto en piedad popular, Daniel Cuesta Gómez. Y en momentos como la Semana Santa, «sumamos el concepto de belleza. La gente busca lo bello, que nos lleva a la trascendencia. A la gente que asiste a las procesiones, la belleza le eleva y le emociona», añade Cuesta Gómez. «El Domingo de Ramos vi llorar a una mujer emocionada en el balcón, mientras nos contaba que había sido la mejor experiencia de su vida», explica a ABC Pere García, director del hotel Hesperia Sevilla, que este año ha incorporado a su oferta de alojamiento la posibilidad de asistir a las procesiones desde un balcón situado en la carrera oficial”.
“Un ejemplo de esa hilazón entre turismo y fe, y del nada desdeñable impacto de estas celebraciones y fiestas religiosas que contribuyen con 9.800 millones de euros en el PIB español y un total de 97.000 empleos directos y 134.000 indirectos”.
“De hecho, algunos de los pasos y tronos más significativos de España llevarán hasta Roma esas «imágenes, sonidos y olores» de la Semana Santa, el próximo sábado 17 de mayo, en el marco del Jubileo de las Cofradías que se va a celebrar en el Vaticano”.
Esta última referencia nos recuerda que estamos viviendo el Año Santo en Roma, ahora llamado tímidamente Jubileo, (la dieta moral también llegó al Vaticano), circunstancia que trasciende la ciudad eterna y se están realizando en varios lugares del mundo un “Jubileo Itinerante” como en el Camino Lebaniego en Cantabria o en Colombia, que cuentan con la imprescindible colaboración de la “Red de Destinos Religiosos” brazo ejecutor en la materia del “Tourism and Society Think Tank” que conducen exitosamente Pilar Valdés Arroyo y Antonio Santos del Valle respectivamente, esperando volver a Cantabria en junio para participar nuevamente del Camino Lebaniego con la maravillosa anfitriona Pilar Gómez Bahamonde .
Hemos palpado estos días en las calles como la presencia masiva de turistas con su entusiasmo, movilizan a la población local, integrándose en un abrazo espiritual, vaciando de contenido a las paparruchadas que proclama la llamada “turismo fobia”.
Es alentador como los turistas de todas partes del mundo se acercan a las procesiones que manifiestan de una forma visible la fe y son sin duda, un vehículo de evangelización. Al respecto reiteramos el pensamiento que siempre nos trasmite el Padre Gustavo Riveiro de la “Pastoral del Turismo de la Conferencia Episcopal Española” en que no se debe ver a lo religioso como fuente de negocio para el turismo, sino tener al turismo como instrumento de evangelización.
Pensamos que la religión hizo grande al turismo y en estos tiempos de tribulación, el turismo será un factor fundamental en el cometido último de la religión, trasmitir la “buena nueva” y pese a todos los ataques a los que está expuesta nos confortan las palabras de Mateo 16,18: Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella.
Para finalizar, el hablar de “tribulación” nos recuerda que hace pocos días tuvimos la ventura de poder ver la maravillosa película El Apocalipsis, del cineasta argentino Simón Delacre, inspirada en las reflexiones del Padre Leonardo Castellani, proyección que debió abrirse camino entre todas las trabas que se le pusieron, pero el esfuerzo de todo un equipo con la difusión que realizó la directora de Caravel Films, María Fernanda Morteo dio sus frutos.
Concluimos afirmando que la religión es sustento del turismo y el turismo se está convirtiendo en herramienta de la religión.
Felices Pascuas.
Portal de América