por Ramón de Isequilla Real de Azúa, desde Madrid
Qué fácil no? le envías un email y listo. Ja Ja Ja, resulta que no se había inventado. Llamas por teléfono y listo. Ja Ja Ja, resulta que las llamadas de larga distancia eran por operadora con varias horas de demora, carísimas, y había que hablar gritando porque no se escuchaba nada. ¿Qué hacer?
La solución me la había dado un viejo maestro: establece contacto, que te conozcan, y le pides la reserva por correo, el correo que llevaba el señor con la gorra y te dejaba el sobre en la puerta de tu casa.
En mi primer viaje a Europa, sacrifiqué algunas horas de museos para visitar una lista de hoteles en España, Francia e Italia y establecí contacto. Ya me sentía Agente de Viajes.
Las cartas que enviaba eran “Vía Aérea”, papel finito, que demoraban unos 7 días en llegar y unos 10 en recibir la respuesta. Claro, los viajes se armaban con mucho tiempo y sin ansiedades. Mis pasajeros viajaban, pagaban al hotel la tarifa acordada, en pesetas, francos o liras, y dos veces al año me llegaba de los distintos hoteles, por correo común, o sea por barco, el cheque con las comisiones del período, el cliente satisfecho, el hotel contento y yo feliz, corriendo al banco a vender el cheque.
Poder comprar o alquilar un telex fue un paso cualitativo. ¿Se acuerdan las tiritas de papel perforadas y el tin tin tin?, las reservas eran respondidas casi de inmediato y tenía valor legal, tocábamos el cielo con las manos.
A partir de ese momento el vértigo se apoderó de la actividad, el Discado Directo Internacional, el Fax, el email, las centrales de reserva, los GDS, las APP y Booking con toda su corte de seguidores. Estas herramientas hicieron feliz al cliente y al hotelero le simplificaron la vida. Pero, los peros de siempre, resultó que esas herramientas empezaron a quedarse con la porción más grande de la torta, y sobre todo a manejar el negocio.
Saltaron las primeras alarmas, quejas, lamentos y consignas ¡¡deben prohibirlos¡¡, de nuevo Ja Ja Ja. Pasó mucha agua bajo el puente y hoy por hoy los hoteles han pasado a la ofensiva. Utilizando herramientas similares a las que querían prohibir, comenzaron a establecer relaciones directas con los clientes, ofreciendo diferenciales, que les van llevando a ocupar posiciones importantes en los volúmenes de venta respecto a las plataformas mundiales. No sólo las grandes cadenas hoteleras empezaron a recorrer este camino de atajo en la línea de distribución, sino que también los pequeños hoteles están ganando camino.
Según un estudio publicado por La Vanguardia, la venta directa de los hoteles ya ocupa el segundo lugar por detrás de Booking y por delante de Expedia, calculando que esta ofensiva recién empieza y tiene largo recorrido.
Pero no podemos menospreciar la capacidad de reacción de los grandes distribuidores, el espectáculo debe continuar.
Portal de América