por Ariel Badán Carreras, desde Córdoba
A finales del siglo XIX (1870) una epidemia de fiebre amarilla atrajo a las familias más ricas hasta esta zona de una incipiente Buenos Aires, que se encontraba en uno de los puntos más altos y seguros de la ciudad. La población se desconcentró para evitar el contagio. Las clases populares se instalaron en el sur y sureste de la ciudad; las clases altas y pudientes por donde la altura del terreno disminuía la presencia de insectos transmisores de la enfermedad, la zona norte.
“La Recoleta”, tiene su origen en la orden franciscana del Convento de los Recoletos que se estableció en la zona a principios del siglo XVIII. Los monjes crearon un convento, un cementerio y la Iglesia de Nuestra Señora del Pilar.
Las familias, consideradas de alcurnia por descender de personajes destacados durante el período independentista, construyeron en el barrio mansiones y grandes edificios de estilo francés (muchos de ellos demolidos hacia fines de los años 1950 e inicios de la década de 1960). A partir de ese momento la zona se convirtió en uno de los lugares más elegantes y caros de la ciudad. Por ello, se ha aludido a Buenos Aires como la “París de América”. Hoy en día todavía algunas de estas edificaciones tradicionales coexisten con elegantes construcciones de las décadas de lo 80 y 90 sumado actualmente a las del siglo XXI.
Con algunos sectores de los barrios vecinos de Retiro y Palermo, La Recoleta forma parte de la zona conocida como” Barrio Norte”, tradicional, donde se concentra buena parte de la vida cultural de la ciudad, destacándose por sus grandes espacios culturales albergando el Museo Nacional de Bellas Artes, la Biblioteca Nacional y el Centro Cultural Recoleta, así como otros ámbitos de exposiciones.
Se destaca especialmente el edificio de la Facultad de Ingeniería de la UBA, único edificio de estilo neogótico de la ciudad de Buenos Aires. Algún desprevenido al pasar por delante se persigna al confundir el edificio con una catedral. Muy al estilo "Notre Dame" se encargó su construcción al Ingeniero/Arquitecto Arturo Prins en la primer década del siglo XX, y al igual que la Sagrada Familia de Barcelona aún no está terminada.
En plaza Francia se encuentra el café-bar “La Biela”, que con su amplia terraza reunió y reúne a figuras de la política, las artes, el periodismo, la publicidad, el deporte y el meretricio caro. El nombre perdurable de ese café data de la época en que en Argentina estaba de moda el lenguaje del automovilismo —tuerca, en lunfardo— entre los años cincuenta y setenta del siglo XX. En efecto fueron habituales de tal café-bar muchos automovilistas, entre los que se destacan Juan Manuel Fangio, Froilán González y Manuel Gálvez, aunque también supo hacer acto de presencia Adolfo Bioy Casares y Lucas Bonetto, quienes allí jugaban memorables partidas de baccarat.
Ubicado en Junín y Avenida Quintana, una de las esquinas más bellas del barrio de la Recoleta, a cien metros de la Iglesia del Pilar y del Cementerio, “La Biela” fue y es un lugar de encuentro de varias generaciones de argentinos. Por sus mesas pasaron intelectuales de la talla de Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Silvina Ocampo. También, deportistas de renombre internacional como Froilán González o Charly Menditeguy.
La historia de esta emblemática esquina nos dice que originalmente funcionó un barcito llamado “la Veredita” con algunas decena de mesas, y que luego en homenaje a pilotos civiles que vivían por la zona pasó a llamarse “Aero Bar”.
El haber mutado al nombre de “La Biela” se remonta a los años 50, cuando un grupo de amigos a los que les gustaba la velocidad se le rompió la biela del auto justo en esa esquina. Entonces bajaron del vehículo a tomar un café allí y lo adoptaron como su lugar. En un principio comenzaron a llamarlo “La Biela Fundida” y finalmente le quedó “La Biela” y se convirtió en el escenario escogido por los amantes del automovilismo. Se dice que, como la Asociación Argentina de Automóviles Sport no tenía sede, decían que La Biela era “la secretaría”.
Entre muchísimas opciones podemos acceder a “El Ateneo Grand Splendid”, la librería más grande de Sudamérica, que fue elegida por el diario británico The Guardian como la segunda mejor librería y una de las más hermosas del mundo.
La Facultad de Derecho, los 4.500 m2 del Parque Carlos Thays, sus plazas y museos, sumado el arte, la cultura, más una experiencia gastronómica que este barrio de Buenos Aires ofrece con sus múltiples opciones de restaurantes y speed food, nos dejaron una gran experiencia turística vivida en la ciudad de Buenos Aires, capital de la República Argentina.
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