Señala preferente.com que hace tres meses, en la entrega de premios de CEAV, el galardonado Alberto Díaz, director general de Mapa Tours –el emisor español más internacionalizado–, abría el debate con un llamamiento a todo el Sector con el fin de aprovechar el nuevo Gobierno entonces en ciernes para que se fijase un plan que supusiera avanzar hacia un turismo de calidad, después de alertar que se podría estar ante un problema de modelo ya que en los meses centrales del pasado verano había bajado el gasto medio por turista.
Desde entonces, esta visión ha demostrado ser compartida por casi todos los eslabones turísticos, asociativos, sociales y hasta políticos. La falta de planificación ha provocado que la sobredemanda generada por la inseguridad en el Magreb haya derivado en que una buena parte de turistas se decantase por unas plazas alojativas sin reglar, ni con un uso pensado para el turístico, causando imagen de saturación, que ha baja la satisfacción del viajero, como también lo ha provocado la turismofobia resultante y creciente.
Este problema no se ha dado solo en España, sino en el resto de principales enclaves turísticos del mundo. La receta para solventarlos en todos ellos ha sido coincidente: fijar un modelo que anteponga calidad frente a cantidad, y que se regulen a los usos turísticos ilegales. Nueva York, París, Londres o Berlín han sido los más claros ejemplos sobre ello.
La industria turística en España, casi de forma unánime, pide avanzar en ese sentido. Una encuesta vigente toda la semana pasada en preferente.com registró el récord de que el 89 por ciento de participantes se decantaba por que el nuevo modelo turístico antepusiese la calidad. Las principales empresas del Sector también han sido claras en posicionarse hacia esta postura. Desde la mayor hotelera, Meliá, a la mayor aerolínea, Iberia, como también las patronales turísticas más comprometidas –la hotelera Cehat y la de agencias CEAV–. Incluso se ha creado un lobby para el turismo de calidad, impulsado por directivos de Iberia y El Corte Inglés, matriz de la mayor agencia de viajes española.
Pero no solo ellas, sino también los sindicatos, como demostraron hace poco en Ibiza en una inédita rueda de prensa junto a las patronales pidiendo control a los alquileres vacacionales ilegales. Un sentir que también comparte la sociedad más allá del turismo, pues por ejemplo una encuesta reciente reveló que en Mallorca casi el 60 por ciento de habitantes está en contra de los alojamiento turístico no reglado. Ello probablemente como reacción a que los precios de alquileres se han disparado en todas las zonas más turísticas de España.
Los intereses de unos pocos propietarios con más de una residencia se están imponiendo a los del conjunto de la sociedad, y así parece estar entendiéndolo también los partidos políticos. Desde la izquierda más escorada que representa la alcaldesa podemita de Barcelona Ada Colau, al otro lado que copa el PP desde el Gobierno central, que asegura buscar una regulación nacional para unas competencias como las del alquiler vacacional ahora en manos de las Autonomías.
En definitiva, se ha dado un fenómeno inédito por conjugarse la unidad de colectivos junto a un claro rechazo social ante una actividad ilegal para la que se pide una regulación estatal. Y a nivel de estrategia turística, cabe decidir el posicionamiento que busca España pensando en cuando aimaine la crisis en el Magreb. Escarrer ha sido el más claro al respecto sobre el interés general: “No es posible competir por precio contra ellos, sino solo en calidad”.
El descontrol ante la llegada masiva de turistas de esta pasada temporada alta ha afectado a la experiencia de viaje y a la satisfacción, pues el viajero se ha visto ante servicios desbordados y también ante la antipatía social. Los referentes turísticos de Occidente han coincidido en dar ejemplo sobre el modelo a adoptar.
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