Los seres humanos civilizados nos regimos por leyes, dentro de nuestro territorio por las nacionales y cuando la controversia es en el campo internacional, la humanidad, conformada por las naciones, se da un orden que es regulado por una instancia de sólido prestigio como la Corte Internacional con sede en La Haya.
A ese lugar acudió Argentina porque entendió que correspondía; no se acude a la justicia para que falle a favor del demandante, sino precisamente, para que se haga cumplir la ley.
Luego de varios años de lentísimo análisis, se supo que Uruguay incumplió con las formas establecidas en el reglamento de administración del Río Uruguay acordado en 1975.
No estamos de acuerdo en soslayar esta falta, habría que ahondar en esa gestión y al menos, apercibir a los responsables; es de esperar que este error, sirva de aprendizaje para el futuro y que nuestro bien ganado prestigio de país serio, no vuelva a ser puesto en tela de juicio nunca más.
Sin embargo, el máximo tribunal encontró intachable el procedimiento de fondo en el tema de la instalación de Botnia y su funcionamiento, dejando muy en alto el papel de la DINAMA y pudimos tener la satisfacción de saber, que la planta erigida en nuestro territorio, no contamina el agua del río en cuestión.
Aparentemente, la "buena onda" reinante entre el matrimonio Kirchner y nuestro presidente Mujica, haría que todos los estamentos de ambos gobiernos, tengan todo consensuado como para reconstruir, para recomponer, para reciclar el relacionamiento entre ambos países, el que siempre ha sido más que fraterno y el que nunca debería haberse puesto en entredicho.
Con esta actitud, atrás quedarían los yerros de uno y otro lado, las caras agrias y la tan lamentable tensión que se ha instalado.
Pero, para nada está todo bien, para nada está todo resuelto.
Viendo los noticieros de TV y escuchando los dichos de algunos asambleístas de Gualeguaychú, hay amenazas "de dejar de ser pacíficos".
Esperemos que (nunca tan bien usado)la sangre no llegue al río y que estos anuncios no pasen de comentarios malhumorados por la frustración ante el fallo.
Pero, si se llegase a concretar la estupidez de alguna persona de intentar hacer algo contra nuestro territorio, pedimos a nuestra gente, a toda nuestra gente, que agote todas las posibilidades de disuasión, que se mantenga la calma al máximo y que mientras la dignidad lo permita, no se reaccione.
La inmensa mayoría de ambos pueblos no merecemos seguir padeciendo esta situación.
Y que lisa y llanamente, todo aquel que cometa delito, lo pague.
Mientras tanto, los hombres y las mujeres bien intencionadas y de amplitud de espíritu, de Argentina y Uruguay, deberán abocarse a recuperar el tiempo perdido y a gozar los beneficios.
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