De alguna visita anterior había quedado como asignatura pendiente volver a La Boquería y a Jamón Experiencie, ambos centros de pecados gastronómicos que para nuestro gusto, son verdaderos atractores a la hora de elegir destinos.
Y al igual que el hotel "están ahí".
Este jueves, luego de una estupenda jornada en Formentera, teníamos previsto presenciar el Sunset en San Antonio.
Pero en el ferry de retorno de la excursión leímos la noticia y de inmediato el WhatsApp de mi hijo advirtiendo, y la voz de una de nuestras sobrinas de vacaciones en la capital catalana respondiendo "estoy bien de casualidad porque íbamos para las ramblas y fuimos antes al Camp Nou" y el posteo de otra sobrina -que también nos espera- diciendo: "estoy en un bar esperando poder volver a casa".
Y no hubo Sunset y la cámara quedo guardada y nos sentamos a una mesa con una urgente necesidad de vino, para aflojar, descomprimir, rebobinar y descartar el retorno que fiugazmente pasó por nuestra cabeza y recordar, que desde el mismo momento de diagramar el itinerario, siempre tuvimos presente la posibilidad de estar cerca del horror.
Nuestra vida, la de todos, pende del bolillero de una lotería fanática contra la cual cada día -está demostrado- es más difícil luchar.
Vamos a Barcelona, no por guapos ni inconscientes, sino por lógicos.
La vida, nuestra vida, la de todos, depende de la bolilla que salga.
Así funciona ese mundo que destruimos entre todos pero no nos doblegaremos, ni por guapos ni inconscientes, es que no nos queda otra.
Asumirlo o no, depende de cada quien.
Portal de America