Hemos publicado nuestra advertencia acerca de la inseguridad reinante en el país anfitrión, totalmente comprobada con la marcha de la COPA FIFA, sucediéndose a diario, robos de toda índole.

Lejos de nuestro ánimo estaba generalizar ni sabotear el evento, simplemente advertimos y en ese acto, obviamente, exponíamos a la gente de Sudáfrica, como se hace lamentablemente, con la gente de cada lugar sobre el cual se escriben crónicas similares, pero, huelga acotarlo, son datos de la realidad.

Los cambios sufridos por este pueblo, post apartheid y de la mano del gran Mandela son notorios y seguramente, han sido y continuarán siendo analizados correctamente por quienes deben hacerlo, los sociólogos por ejemplo.

Pero lo que nosotros vemos por TV es gente alegre, gente participativa y cuando por ejemplo llega el equipo de fútbol al estadio, lo hace cantando y ni que hablar, el estruendo que generan los hinchas, valiéndose de las vuvuzelas.

Pero, emulando al Maestro Tabárez, quien mandó al respecto, uno de los mensajes más contundentes desde el Mundial, destacamos el respeto, el perfecto sentido de la ubicación que tiene el pueblo sudafricano cuando silencia estos instrumentos totalmente, ante la ejecución de los himnos nacionales de los países participantes.

Cada vez que vemos ese acto de silencio colectivo, antes de cada match, no podemos más que lamentar la vergüenza ajena que nos hacen sentir los seudoaficionados que tenemos que soportar en la Amsterdam, tengan el color que sea: amarillo y negro o rojo, blanco y azul.

"Como te digo una cosa, te digo la otra": allá, como en menor medida se da acá, hay robos y escasea la seguridad pero, allá, muy diferente a como se hace acá, se respeta lo que hay que respetar.

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