Hace algunos años que venimos insistiendo casi en solitario, reclamando para que no sigamos comprando espejitos de colores.

Y decimos bien: comprando, porque no nos los venden, los vamos a comprar.

Y esta es una verdad tan indesmentible que rompe los ojos, aunque no haya costumbre, ni gimnasia de verla.

Es tan complicado el asunto y tan peligrosa esta rutina instalada, que cuando uno habla con los actores, en el desarrollo de muchos proyectos que transcurren por la región, se los ve absolutamente convencidos y felices de los logros que se van obteniendo.

El problema aparece después, cuando en realidad, no debería ya esperarse

En el turismo particularmente, los espejitos suelen venir de España, especialmente de Cataluña en los últimos años, del mismo modo que antes, todos venían desde los Estados Unidos.

Como en el 2008 se pinchó la burbuja hipotecaria, ahora, el lanzamiento de martillo que vino desde la cuna olímpica, impactó en la zona Euro y vemos como la ex-Nadre Patria, les reduce los salarios a su gente y suspende obras públicas por 6 mil millones de los otrora fuertes billetes amorfos.

Entonces, insistimos en la prédica que se debe continuar adaptando criterios y no aplicándolos al barrer, sin filtro.

El know how criollo jamás debería ser dejado de lado en ninguno de nuestros países y ese conocimiento, muchas veces (aunque hay muchos y muy buenos) no está bajo el rótulo de "consultor", ni se expresa a través de un medio, suele estar en la línea de fuego, quizás con corbata importada y el blackberry de última generación, pero con los pies en nuestro suelo, el americano de acá, los mismos pies que lo llevaron a dar vueltas y vueltas, poniendo en práctica la técnica de ensayo-error hasta obtener la meta empírica.

Cuando veas las barbas de tu vecino de la aldea global arder, pon las tuyas en remojo.

Portal de América