por Sergio Antonio Herrera, desde Salinas, Uruguay
Los aplausos
Como decíamos, para el hecho de haber logrado montar un megaespectpaculo del nivel que tuvo El Delirio son los primeros aplausos. El brillo, el colorido, la sicronización, el audio impecable, la calidad artística de lo presentado, estuvo a la altura de los mejores espectáculos que se ofrecen en Uruguay.
Excelentes los intérpretes de tango, todos. Elegimos uno para compartir: Ricardo Olivera en "Si supieras", una de las versiones del inmortal tango.
Uno de los puntos altos: la representación del barco que llevó a Matos Rodríguez junto al plantel celeste que ganó los Juegos Olímpicos de 1924 en París.
Las discordancias
En una etapa de la vida en la que estamos -sin saber muy bien por qué- con la sensibilidad muy potenciada, cuando en definitiva, para ser bien gráficos, estamos con la lagrima fácil, pensamos que en el Delirio, podíamos llegar a delirar o, al menos, emocionarnos. No nos pasó en ningún momento. Es más, somos de los que nos duelen las palmas de las manos de aplaudir cuando vemos algo que nos complace al punto de emocionarnos. Aplaudimos mucho menos que siempre.
Creemos que hubo una gran falla en el montaje del espectáculo. No hubo un animador. No hubo un conductor, Faltó ese profesional generador de ese plus tan necesario para evadir la frialdad. Nadie explicó para los no uruguayos de que se trató la hazaña de Colombes y nadie se regodeó contando las maravillas de la Montevideo de la primera mitad del siglo veinte donde nuestra capital era una plaza artística al mejor estilo.
Faltaron algunos nombres que en una megaproducción de este tamaño parecen ineludibles como por ejemplo un Pepe Guerra o un Jaime Roos.
Con todo el respeto que nos merece el Chato Arizmendi, no podemos creer como no vimos y escuchamos en las pantallas el legendario recitado del Varón del Tango, Julio Sosa.
Y faltó Gardel y Leguisamo.
Y a todos quienes nos pregunten el porqué de Guerra y Roos por ejemplo, les respondería que por la misma causa por la que se eligió de modo excelente a Cuareim 1080, la entrañable Morenada para hacer lo que hizo, que lo hizo como siempre, muy bien.
Faltó un gran final en el escenario. Los fuegos artificiales no lo disimularon. Pero volvemos a lo del principio, SE HIZO y más allá de nuestra opinión que es nada más que eso y tiene todo el subjetivismo que puede tener, eso, es lo que finalmente vale y por ello, lo celebramos.
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