Para poder definir el tiempo libre es necesario comenzar por ver cómo se distribuye el denominado tiempo social.  Para ello recurriremos al análisis que realiza F. Munné en su obra Psicosociología del tiempo libre; Un enfoque crítico.

Según Munné, el tiempo social está compuesto por cuatro tipos de tiempo: el psicobiológico, el socioeconómico, el sociocultural, y el libre.   El tiempo psicobiológico (también llamado tiempo de vida o tiempo vital) es el ocupado por las necesidades psíquicas y biológicas de las personas; el tiempo socioeconómico (o de trabajo) es el empleado para las actividades relacionadas con el sustento económico, en otras palabras, para “ganarse la vida”; el tiempo sociocultural es el requerido para la atención de las obligaciones familiares y sociales, y finalmente, el tiempo libre, es el dedicado a aquellas actividades que tienden a satisfacer las necesidades “autocreadas” por las propias personas.

Sobre el tiempo libre, que es precisamente el tema que nos ocupa., se han desarrollado una serie de teorías, todas las cuales se agrupan en torno a tres corrientes principales: la denominada corriente empírica, de la cual Joffre Dumazedier, reconocida autoridad europea en la materia, es el más representativo; la corriente teórica, de la cual forman parte, entre otros, Max Kaplan, Stanley Parker, George Friedmann y Erich Weber; y la que se conoce como corriente crítica, alineada con el pensamiento de la Escuela de Frankfurt, en la que destacan como más representativos Kart Mannheim y Wright Mills.

Los puntos de vistas de estas corrientes referentes al tiempo libre llegan a ser muy diferentes, y como su estudio no es el propósito de este artículo, dado que esa problemática adquiere ya otra dimensión distinta a la del turismo, nos remitieron a la definición que da Munné, quien tras efectuar un pormenorizado análisis de los distintos puntos de vista que se han externado al respecto, concluye en su obra que el tiempo libre puede definirse como: aquel modo de darse el tiempo personal que es sentido libre, al dedicarlo a actividades autocondicionadas de descanso, recreación y creación para compensarse, y en último término afirmar su persona individual y socialmente.

Definido  entonces el tiempo libre, queda por aclarar la relación existente entre éste y el ocio, dentro del cual precisamente se da el turismo, como una de las denominadas actividades del ocio.

Sobre el ocio como tal, existen también grandes divergencias entre las concepciones “burguesa” y “marxista” del mismo, pero este tema lo veremos en nuestro próximo artículo.

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