Cultura, dignidad y turismo
Lunes, 04 Julio 2011 01:47

Cultura, dignidad y turismo

Explicaba Ortega que la “cultura es el sistema vital de las ideas de cada tiempo” por lo tanto nuestra vida debe estar a la altura de los tiempos.
Esto significa que la cultura es siempre contemporánea y que cada tiempo tiene sus ideas contemporáneas, si se me permite ser redundante.
Aclaremos, no hay una cultura buena y una cultura mala. La cultura siempre es buena, lo que si hay es incultura, que es otra cosa, es ni más ni menos que la “falta de cultura” y esto es lo malo.

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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

Si hay un enemigo peligroso, oculto y difuso entre todos, es el profesional inculto y estoy convencido que uno de las cuestiones más serias que debe resolver el mundo es el de la “incultura”.
Los profesionales incultos son, como decía Ortega los nuevos y peligrosos “bárbaros”
Una de las acepciones de “bárbaro” que nos da la Real Academia es “inculto, grosero, tosco”.
Voy con un ejemplo un excelente médico puede hacer un excelente aborto, si se me permite el oxímoron, pero ese médico es un bárbaro y es un peligro para la sociedad.
La especialidad “inculta” es el riesgo más peligroso que deberá sortear la humanidad.
La gravedad de esta cuestión es paradójicamente la “reacción inculta”, como la del movimiento de los llamados “indignados”
El “indigno” es un ser carente de mérito y voluntad para hacer algo, en verdad el indigno es un perezoso, por tanto estos movimientos de muchos indignos es una consecuencia de la “incultura” que se está apoderando de la humanidad.
La revuelta de los indignados es la revuelta de los incultos.
En verdad, si fuéramos cultos, tendríamos que hablar del “movimiento de los dignos”, dicho en otras palabras de los que merecen algo, algo valioso, agregaría.
La diferencia no está en el “in” sino en la cultura. Los indignos son los representantes de la incultura, son la nueva expresión de la “masa”.
Transcribo a Ortega y digo respecto a los “indignados” “….sus ideas y actos políticos serán ineptos, sus amores, empezando por el tipo de mujer que preferirá, serán extemporáneos y ridículos, llevará a su vida familiar un ambiente inactual, maniático y mísero que envenenará para siempre a sus hijos y en la tertulia de café emanará pensamientos monstruosos y una torrencial chabacanería…”
Este es diría el legado que pretenden imponer los llamados “indignados”.
¿Cuál sería la respuesta culta de los dignos?
Sería una respuesta que debería ponderar la necesidad de restablecer valores éticos y morales como formando parte de un sistema de creencias.
Los valores separados de un sistema de creencias se convierten en las virtudes locas de Chesterton cuando escribía que “…El mundo moderno está repleto de virtudes cristianas que se han vuelto locas. Y esas virtudes enloquecieron porque han quedado aisladas las unas de las otras y están deambulando solas. Así, a algunos científicos les importa la verdad; pero sus verdades carecen de misericordia. Así, a algunos humanitaristas sólo les importa la misericordia pero su misericordia (lamento tener que decirlo) muchas veces carece de verdad….”
Sé que algunos me podrán decir que tiene que ver esta cuestión con el turismo y creo que mucho porque el turismo tiene que ver con conocer, comparar, valorar y hoy en cierto modo “los indignados” se han convertido en objetivo turístico al punto que sus acciones han servido para compararlas con la de nuestros piqueteros.
Algunos periodistas y mucha gente que ha viajado por España han descripto diferencias abismales, tales como el orden, el respeto a la gente, la higiene, la organización y la prudencia.
La protesta de los indignados encierran varias paradojas, como lo dije antes, constituyen una expresión de la “incultura” imperante, sin embargo actúan con dignidad.
Es también una protesta “nihilista”, “anti”, es en cierta forma una expresión anárquica, cuyo fundamento es la “descalificación genérica” repitiendo “que se vayan todos”, con el agravante q    ue se reclaman beneficios sin proponer el necesario esfuerzo consecuente para lograrlos.
Es un poco esa concepción que considera que todos los derechos son gratuitos y lo que debemos hacer entender es que todo derecho tienen un costo y si no se lo puede financiar ese derecho pierde efectividad aunque se lo consagre con las máximas formalidades.
El aire que se respira dejó de ser gratis hace muchos años y para mantenerlo puro y limpio es necesario pagar porque tiene un costo, por otra parte muy elevado y si no veamos las dificultades para implementar los protocolos de Kioto.
El turismo hoy nos muestra que quienes han vivido como Grecia, falsificando la contabilidad del Estado y concediendo beneficios y derechos financiados con endeudamiento espúrio en algún momento deben asumir las consecuencias de sus hechos y esto esta mas allá de la ortodoxia o heterodoxia económica, en verdad lo que se reclama es seguir con los derechos pagados por los otros.
España nos muestra que la construcción no es una fuente de desarrollo y crecimiento genuina.
Europa en general nos pone frente a la crisis provocada por esa barbarie de la que nos hablaba hace más de 75 años Ortega cuando escribía que
“…el carácter catastrófico de la situación presente europea, se debe a que el francés medio, el inglés medio, el alemán medio son incultos, no poseen el sistema vital de ideas sobre el mundo y el hombre correspondiente a su tiempo…ese personaje medio es el nuevo bárbaro, retrasado con respecto a su época, arcaico y primitivo en comparación con la terrible actualidad…este nuevo bárbaro es el profesional, más sabio que nunca pero más inculto también…”
No podemos negar la ciencia económica ha tenido avances difícil de imaginar, se ha vuelto una ciencia muy sabia, pero también muy inculta.
El dinero es importante como valor económico pero jamás el valor económico podrá ser un valor ético y moral.
Con ese criterio todo lo que tiene precio será ético y moral incluida la corrupción.
Los mayores tesoros que posee Europa, no vienen de la calidad de sus ingenieros, arquitectos, escritores, pintores, sino de la cultura.
Dicho de otro modo sus ingenieros, sus arquitectos, sus escritores, sus pintores, eran cultos.
Apreciar estas diferencias debe ser el objetivo de un turismo a la altura del tiempo.

 

Portal de América

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