por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

En los hechos, Ryanair había logrado universalizar un régimen legal específico en especial en su régimen laboral, sustentado en las posibilidades que le daba la legislación de Irlanda.

Como es sabido, Ryanair tiene  tripulaciones y empleados, algunos dependientes de modo directo y otros indirectos, a través de sociedades suministradoras de personal en diferentes países de la Unión Europea, pero todas estaban regidas por la legislación menos favorable para el personal que la de su país de registro.

Por otra parte la empresa menoscababa la actividad sindical.

En los últimos tiempos, el personal basado fuera de Irlanda no solo se agremió, sino que empezó  a hacer valer las legislaciones de sus países de domicilio real. En un principio obtuvo sentencias favorables que Ryanair demoró en reconocer, o mejor dicho en cumplir, y luego el personal comenzó con medidas de acción directa como los paros ocurridos en junio y agosto, que obligó a la empresa a cancelar cientos de vuelos, 2400 para ser precisos los pasados 25 y 26 de julio.

Otro hecho que el portal preferente puso en evidencia, es que esa suerte de apriete salarial/laboral que aplicaban sus CEOS tenía un premio instrumentado mediante la entrega de bonos en opciones sobre acciones, que si bien tienen una garantía de precios mínimos, la pérdida del valor accionario de la sociedad consecuencia de los paros ya se les llevó un 15% de su valor real de mercado. Esto ocurre porque sus acciones perdieron valor. Estas opciones podían comenzar su periodo de canje por acciones de la sociedad a partir del próximo año.

Este beneficio correspondería a solo diez ejecutivos, y el más perjudicado seria el propio O’Leary.

Voceros de la empresa, siempre según el portal mencionado en el copete, habrían afirmado que: “…No podemos descartar huelgas ocasionales que puedan ocurrir en el verano de 2018, ya que no pondremos en peligro nuestro modelo de tarifas bajas o nuestra eficiencia», decía a sus accionistas descartando un cambio de modelo de negocio que le reclaman sus tripulaciones”.

La vez pasada explicaba en una charla que poner un avión en el aire tiene el mismo costo se trate de American Airlines o Pepe Hélice.

Ahora vemos que el esquema de Ryanair se sustenta en bajar el costo laboral al mínimo posible, extremando la llamada productividad a un nivel, si bien tolerado por la legislación, absolutamente abusivo,  lo que explica también la reciente fuga de pilotos hacia otras aerolíneas, inclusive que funcionan como low cost.

Si las bajas tarifas de Ryanair dependen de comprimir la remuneración de su personal, deberá inventar otro medio, ya que esa política parece insostenible.

Mucha gente cree que el low cost es un milagro económico, pero su sustento es el mismo  que se pone en práctica cuando un precio se anuncia como de 9,99 en vez de 10,00. Es una ilusión a la codicia humana, con la diferencia que en el ejemplo por lo menos habría un ahorro de un centavo…

Portal de América