por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
Michael O'Leary, el famoso CEO de Ryanair, está en problemas, ya que parecería que sus trabajadores pilotos y TCPS domiciliados o radicados en otros países de la Unión Europea, como Bélgica, Italia, Portugal, Francia o España pretenden, con todo derecho, que los sistemas laborales se regulen según la legislación vigente en sus países, y no por la ley Irlandesa que es donde está domiciliada la empresa, como viene ocurriendo desde el inicio.
Sabemos además que el personal trabajador de Ryanair en muchos casos es suministrado por empresas tercerizadas que serían las responsables de la relación laboral. Estimo que esto en Argentina no sería posible, pero podría implementarse aunque sea por tiempos limitados, mediante el uso de los contratos ACMI.
Es evidente que la ley irlandesa es más beneficiosa para la empresa desde el punto de vista del costo laboral que las diferentes leyes de los países europeos. La empresa es muy renuente a negociar con los sindicatos que agrupan al personal y esta actitud le ha causado varios juicios que según nuestra información ha perdido, y así en algunos países debió resignarse a aplicar la legislación local.
Ryanair ya tuvo algunos perjuicios cuando hace un tiempo se le fueron alrededor de 200 pilotos en un breve lapso de tiempo en búsqueda de mejores condiciones de trabajo, lo que la obligó en su momento a cancelar vuelos y modificar temporariamente su programación.
Es evidente que Ryanair tiene derecho para defender su postura de someter a su personal a la legislación irlandesa, pero lo que seguramente no previó es que aumentaría de modo sorprendente la demanda de personal aeronáutico, y que de ese modo se generaría una nueva competencia entre las líneas aéreas, esta vez en el mercado laboral, para contratar pilotos y personal de cabina de pasajeros.
Sería bueno que los gremios aeronáuticos argentinos tomen noticia de este hecho que nos muestra que el crecimiento del mercado al generar mayor competencia demanda no sólo mas personal, sino además bien calificado.
Justo me comentaban que las nuevas líneas aéreas tienen dificultades para encontrar personal de pilotos con experiencia, mientras que en Aerolíneas Argentinas y Austral las dotaciones estarían sobredimensionadas.
Más de una vez hemos intentado explicar que detrás de todo derecho hay un costo. Los invito a un simple ejercicio: si Aerolíneas Argentinas no recibiera subsidios del estado ¿podría existir…?
La respuesta lineal es negativa, ya que su facturación no le alcanza para cubrir sus costos. Esta Aerolíneas Argentinas que conocemos no es sustentable sin subsidios.
Si la empresa tuviera que sustentarse exclusivamente con sus recursos, como lo debe hacer cualquier empresa, es obvio que debería reestructurarse de modo radical.
Ello implicaría reducir su dotación, modificar la política salarial, incrementar la productividad, establecer la multifunción, reducir beneficios que tienen su costo, como los sistemas de franquicias de billetes, etc.
Lo cierto que para poder hacer estos cambios es necesario persuadir y explicar las bases de una nueva cultura de gestión participativa, ya que es la única forma conocida de poder tomar decisiones con responsabilidad.
Volviendo a Ryanair, es evidente que la empresa está en una suerte de final de una etapa que Michael O’Leary condujo con notable calidad, pero esa época terminó.
La duda que nos queda es si O’Leary tendrá la capacidad y sobre todo las ganas de conducir y liderar esta suerte de transición, que obviamente exigirá un espíritu muy creativo y sobre todo audaz.
Ryanair parece que ha podido gambetear las huelgas decretadas en España, en este país el personal tuvo que respetar los servicios mínimos, Portugal, Italia y Bélgica, recurriendo a cancelaciones, redistribución de sus pasajeros, personal basado en otros países fuera de conflicto y en algunos casos deberá indemnizar, según la legislación europea, a los pasajeros que a consecuencia de esta huelgas no pudieron viajar.
En la UE, como ocurre en Argentina, las huelgas no son consideradas como “hecho extraordinario” o “fuerza mayor” que justifique el incumplimiento de obligaciones propias de los servicios públicos. No obstante, O’Leary parece insistir en lo contrario.
Veremos como sigue este conflicto que podría continuar con nuevos paros en el próximo mes de setiembre.
Lo cierto es que el “low cost” en Europa ya encontró su “crisis”, diría ya cumplió.
La cuestión seria anticiparse a lo que vendrá.
Tengo algunas ideas, las iremos exponiendo a su tiempo y armoniosamente como decía “El General”.
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