por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

La corrida cambiaria que atemorizó al gobierno y por ello el Banco central- los argentinos- nos hizo perder diez mil millones de dólares en poco más de 20 días, que no es ni más ni menos que algo asi como el 30% que se le está solicitando como piso del “stand by” al FMI.

Pero hubo otros costos, 30% de devaluación, un salto inflacionario que nos llevará al 30% anual y un lógico crecimiento del descontento social.

No se si podemos hablar de mala praxis, cuando menos de falta de idoneidad, ya que es difícil de explicar que con el gasto de los diez mil millones, la moneda se haya depreciado un 30% y la meta de inflación prevista en el presupuesto nacional, se haya convertido en un trágico hazmerreir.

En materia de transporte aéreo, el Ministro Dietrich se ha encaprichado en facilitar el low cost, pero manteniendo limites tarifarios mínimos, lo que es una cabal demostración de ignorancia y de falta de idoneidad para desempeñar la función pública o por lo menos para regular el transporte aéreo.

Pero aclaramos,  Dietrich integra un “equipo de lujo” que me hace acordar  aquella famosa “craneoteca de los genios” que nos divertía por radio cuando éramos chicos.

Se trataba de un programa cómico en el que tres versados profesores no le encontraban respuesta a complicadas preguntas como  podría ser esta: ¿que pesa más  un kilo de plomo o un kilo de plumas? Reconozco que no es fácil distinguir entre densidad y volumen, pero no dudo que el Ministro respondería con su soberbia habitual “El plomo”.

Las tarifas aéreas, hoy sin variables ya que se fijan por medio de programas electrónicos que van ponderando minuto a minuto niveles de venta, precios, ocupación, costos operativos, márgenes, entre otras variables que van fijando los operadores especialistas en el sistema.

Hay operadores que fijan límites mínimos y otros que no, depende de la filosofía económica y comercial de cada transportador la construcción  del sistema de tarifas.

Lo cierto que las llamadas “low cost”, expresión que representa  un concepto de marketing, en general no trabajan con límites mínimos, ya que también ponderan en su composición tarifaria el costo de publicidad respectivo, es como si hicieran un propio canje de venta por publicidad.

En el caso de Flybondi y su CEO Julian Cook, que hasta hoy no se ha dignado a conversar con nosotros ni a responder un cuestionario que obviamente ya perdió actualidad, no me queda duda que si pudiera vender algunos billetes, solo se comercializa una cantidad mínima de butacas, a un valor de unos seis o siete dólares, sería un extraordinario golpe publicitario en la Argentina que al convertirse en noticia significaría publicidad a mucho menor costo y mas creíble que la publicidad propiamente dicha o paga.

La tarifa mínima está afectando y perjudicando la operación de Flybondi, pese a que Dietrich habla de “low cost”, quizás sería más propio y caritativo, decir “low Know how”.

Pero también perjudica a la propia Aerolíneas Argentinas que podría asimismo recurrir a ese tipo de ofertas puntuales que incluso  podrían ser mayores a las de su competidor, ya que cuenta con un mayor volumen de oferta e impactaría con un menor costo en su ecuación económica que la otra empresa con mucho menor volumen de oferta.

Otra vez densidad y volumen tarifario, reconozcamos que no es fácil la distinción.

En fin. esta es la Argentina que nos toca vivir, gobernada por una craneoteca de soberbios que jamás pudo haber imaginado la creatividad de Wimpy, aquel escritor uruguayo que nos divirtió con sus libretos que como en el caso de la “Craneoteca de los genios” hoy fue superada por al realidad.

Para terminar y según la página de AA200, se advierte un muy buen cumplimiento de horarios, lo que demostraría nuestra tesis que se apuró el inicio de la operación causando un costo a la propia empresa y a perjuicios a sus pasajeros iniciales.

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