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Turismo: destinos y precios
Domingo, 27 Mayo 2018 20:14

Turismo: destinos y precios

“…Desde siempre, el economista Juan Carlos de Pablo sostiene que el precio de un bien o servicio no es el que fija quien lo ofrece, sino el que está dispuesto a pagar el consumidor….” , Nestor Scibona en La Nación. 

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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

 

Leía en el portal preferente.com que los socialistas (PSOE    ) y la formación naranja (CIUDADANOS) “…reprobaron que el Imserso (Instituto de mayores y servicios sociales) no primase los criterios de renta cuando oferta los viajes. Aunque tiene en cuenta los baremos de renta, finalmente todos los mayores que disfrutan del programa pagan lo mismo” que los que tienen menores ingresos que son los que en general no pueden viajar.

 

Este hecho lo que puso en crisis es el sistema y es probable que para la próxima temporada 2019/2020 se tome en cuenta el nivel de ingresos de los jubilados para ver como se orientan las subvenciones. Con el sistema actual había sectores de jubilados que viajaban más de una vez al año  y otro que no lo podían hacer ni siquiera una sola vez. Esta situación no es justa.

 

Esa nota del portal preferente me llevó a pensar una vez más sobre qué servicios debe subsidiar un estado, siempre partiendo del subsidio a la demanda y en su caso por qué motivo.

 

En ese punto me pregunté ¿Debe subsidiarse el turismo? y si la respuesta fuera afirmativa, por qué motivo y por qué no otros negocios.

 

Razonando pienso que el turismo no se puede equiparar a la salud, educación, seguridad.

 

Estos son servicios esenciales que el estado debe garantizar de modo universal, quiero decir ninguna persona puede verse impedida o privada de gozar de esos servicios. No son actividades prescindibles y es razonable que el estado le garantice  a toda persona que carezca de posibilidades de pago  el acceso gratuito.

 

Una discusión  que se plantea, pero no viene al caso en esta nota, es si esos servicios pueden ser de prestación subsidiaria o privada.

 

En verdad me parece injusto y distorsivo que se subsidie el acceso al servicio comercial de turismo, cuando como en el caso de España y en Argentina, los índices de desocupación son groseramente elevados.

 

Hago referencia a la Argentina dado que  los últimos gobiernos han subsidiado el turismo en general manteniendo nuestra inexistente moneda sobrevaluada.

 

Es obvio que en esas situaciones no es ni políticamente correcto ni moralmente aceptable subsidiar viajes de turismo, sea de modo directo o indirecto.

 

Diferente es que en ciertas épocas de baja temporada las líneas aéreas, la hotelería y otros servicios turísticos, ofrezcan descuentos y beneficios para ciertos sectores de personas, por ejemplo los jubilados.

 

Estas políticas de descuentos por otra parte obedecen a cálculos financieros y económicos que buscan lograr un equilibrio en sus resultados anuales, lo que es absolutamente comprensible.

 

Dicho vulgarmente, es lógico que en épocas de alta se incrementen los precios y en las opuestas disminuyan.

 

Este sistema propio del mercado es más natural y justo, ya que hace innecesario que el estado derive fondos de modo indiscriminado  a un servicio comercial.

 

El turismo, como toda actividad lucrativa, debe tener en cuenta que su volumen dependerá de lo que la gente esté dispuesta a gastar o pagar y es desde esta perspectiva donde debe comenzar esa ardua tarea de fijar precios.

 

El subsidio del IMSERSO en el caso que venimos viendo garantiza en cierto modo un piso de ventas a los operadores que ganan los respectivos concursos o licitaciones para participar en la oferta de viajes y a sus proveedores, pero los que quedan afuera se ven privados de un importante sector de la demanda que se desvía.

 

El subsidio al turismo también es injusto con relación a los destinos, ya que hay destinos que solo son buscados en ciertas épocas del año, ya que en las restante pierden gran parte de su atractivo de donde también generan una situación de injusticia y que muy probablemente la oferta se dirija a destinos menos permeables a la estacionalidad.

 

Una breve apostilla cuenta Nestor Scibona en “La Nacion” en su columna de los domingos con relación a los consumos que “…Según la pirámide de ingresos elaborada por la consultora W, que dirige Oliveto, la mitad de los hogares de todo el país y 25,4 millones de habitantes (60% del total) se distribuyen entre la clase baja superior y la clase baja inferior (bajo la línea de pobreza). En esta ancha base, la inflación afecta especialmente al penúltimo segmento (unos 15 millones de personas), conformado por trabajadores informales, sin tarifas sociales, paritarias, obra social ni acceso al crédito bancario”.

 

Pues bien, este fin de semana largo se han movilizado algo menos de 900.000 personas. Lo que se calla  es que ese número de personas no es demostrativo de una población de 43 millones de personas, es solo el 2%....

 

Los gobiernos más de una vez usan este tipo de datos para hacernos creer que estamos en una situación floreciente, como días pasados un funcionario hizo referencia a la ocupación en restaurantes en la ciudad para decir que la crisis había pasado.

 

La capital federal no se puede tomar como referencia,  ya que si bien tenemos miles de personas que viven en  villas y cientos en las calles, las personas que llenan algunos restaurantes no pasan de unos pocos cientos y eso solo en algunas zonas, porque el resto de los barrios no les cuento.

 

Quizás como decía Miguel Ángel Broda, la mejor pauta para medir la riqueza (poca o mucha) de un país  es su nivel de ingreso genuino de divisas con relación al PBI, en el caso de Argentina el resultado es alarmante solo se exporta el 11% del PBI…


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