por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
Como es sabido, la cuenta corriente de servicios de turismo tuvo un déficit de más de u$s 10.000 millones durante 2017, en un año que según opinión generalizada nuestra inexistente moneda estuvo muy apreciada, con relación al dólar.
No viene al caso analizar las causas de esa anomalía que los argentinos hemos practicado más de una vez, pero parece obvio que cuando un país financia su déficit fiscal con crédito externo, el ingreso de divisas incrementa su oferta y baja su precio en moneda local.
Asi de claro y sencillo.
En nuestro país, el dólar es de hecho la moneda de referencia no solo para los deciles más altos en cuanto se lo mide por percepción de ingresos, sino asimismo para los sectores más pobres. Todos saben que las variaciones del precio del dólar impactan sobre el nivel de precios y también una mayoría sabemos que no hay peor enfermedad que “stakear” su precio para mantener “controlada” los niveles de inflación.
En unos pocos días (alrededor de 20) el precio del dólar pasó, en números redondos, de $ 20,00 a $ 25.00, valor este fijado por ahora por el Bco. Central como “precio techo”, para lo cual tiene sobre la mesa una oferta de u$s 5.000 millones, un poco menos porque ya gastó un 10% a cuenta.
Lo cierto que esta devaluación, prevista por muchos, me incluyo, aunque como es lógico ignorando el momento en que se produciría, pudo haber sido el 25 de abril, como fue su comienzo o el 5 de mayo o el 4 de junio, pero no mucho mas, como se dice vulgarmente estaba al caer. En algunos asesoramientos había arriesgado que nuestro peso apreciado podría aguantar hasta agosto o septiembre como máximo y agregaba cuanto más cerca de las próximas elecciones, peor para el gobierno.
Es también sabido que toda devaluación implica una disminución del salario real y si a ello agregamos que en algún momento la Argentina deberá hacer fatalmente “el ajuste” de su economía para vivir al nivel de nuestra productividad, no es necesario ser un ser sobrenatural, para pensar y creer que en lo inmediato el turismo emisivo ingresará, por lo menos comparativamente con lo que viene ocurriendo en un periodo de recesión.
Dicho en otras palabras el turismo importador caerá.
El gobierno en especial el Banco Central tendrá que resolver este dilema, ¿cómo hacer para que el ingreso de dólares financieros no vuelva a impulsar el “carry trade”?
Pero esta situación también estimo que impactará en el movimiento turístico interno, tomando esta expresión en su sentido más amplio.
¿Es casualidad que LATAM retire dos A 320 de su filial argentina, por serle necesarios en otra de sus bases regionales?
¿Es casualidad que deje las escalas de Bahía Blanca y San Juan?
¿Es casualidad que Norwegian, aunque también por sus propios problemas financieros tenga en suspenso su radicación local?
Ello ocurre al tiempo que se autorizan a otras empresas a operar en el país, ¿o bien se considera que muchos de las sociedades que obtuvieron rutas locales e internacionales, son un mero sello?
Viene a cuento lo ocurrido con Aeroméxico que desistió por el momento de operar una ruta entre México y Barcelona debió a que la autoridad aeronáutica le concedió a una empresa árabe ¿Emirates?, la posibilidad de operar entre España y México. Como lo planteó la propia empresa, además si insistiera debería competir con una empresa subsidiada, lo que le podría resultar ruinoso.
De paso vale pensar si algunos proyectos para hacer transporte aéreo no se diluyeron por los subsidios que recibe el grupo Aerolíneas Argentinas, lo que dificulta el desarrollo de una “sana competencia”.
Más de uno me lo comentó en vos muy baja, por aquello de que hasta las paredes oyen.
En la Argentina hasta los extranjeros saben que es muy difícil criticar al gobierno de turno y por eso recurren a enfáticas loas sin efectividades conducentes (inversiones).
Si fuera por los elogios que ha recibido el gobierno, hoy la Argentina podría ser una suerte de “Wall Street”, pero no lo somos…
Mientras terminaba esta nota me llamó un agente amigo y me hizo esta acotación: “Mira Luis, el turismo emisivo se encareció un 20/30% por la devaluación, pero también en la misma proporción se encarecerá el local, asi que los que viajan seguirán viajando” y luego me aclaró “…podría haber una caída….muy leve….”
Antes de cortar le pregunté: “Y vendrán de afuera”.
“…los de siempre…”, fue su escueta respuesta.
El receptivo es un mercado “spot”. Antes de despedirnos, me dijo, “En lo que tenés razón es un mercado chico con mucha recurrencia”
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