por Luis Alejandro Rizzi desde Villa la Angostura

Nuestro país tiene lugares de una inigualable belleza natural que supera largamente a todas las creaciones humanas, y nos debería causar dolor no sólo el maltrato que le damos al medio ambiente, sino asimismo nuestra desidia para disfrutarlas y hacerlas conocer al mundo.

La cuestión del medio ambiente recién ha sido menoscabada por Donald Trump en otra muestra de su mínima estatura como político y como persona, que hace muy difícil entender cómo pudo llegar a la presidencia de los EEUU, aunque no es el único responsable de la desidia ecológica.

Pero quiero referirme a nuestra desidia para poner en valor nuestros destinos turísticos de las provincias de Neuquén y Río Negro.

Llegamos al aeropuerto de San Carlos de Bariloche y un grupo de turistas  buscaban  infructuosamente un baño en la zona de retiro de equipajes. Pues bien, no sólo no hay baño sino que gente de vigilancia les hacía saber que si salían de la zona no podían regresar para buscar sus valijas.

Nosotros decidimos almorzar en el bar del aeropuerto. Nos llamó la atención que es un autoservicio, con una baja oferta de productos y precios del primer mundo. Una vergüenza.

Alquilamos un corsa, el coche más económico que ofrece  Hertz, y nos entregaron un coche impresentable en cuanto a su estado, cosa que recién descubrimos al andar. Aclaro que desde hace años alquilo autos en esa empresa, en el país y en el exterior,  y me llamó la atención que el coche que nos dieron este aún en servicio (debido a la antiguedad del modelo).

Salimos del aeropuerto y no hay un señalamiento que indique el modo para llegar a los destinos de la zona, Villa La Angostura, San Martín de los Andes, Villa Traful, por mencionar los más conocidos. Hay un indicador que solo señala la dirección hacia Esquel y El bolsón.

Las rutas están en el límite mínimo de seguridad, mal mantenidas, con el señalamiento de circulación borrado, lo que dificulta el andar durante la noche, y nula señalética.

El camino de acceso a Villa Traful, si bien ha sido ligeramente mejorado, sigue siendo de ripio y tierra, lo que afecta la seguridad de circulación y desalienta elegirlo como destino.

En general en las rutas no hay señal para telefonía celular, así que si no se tuvo la precaución de bajar previamente los mapas, no se puede recurrir  a los gps.

No sé si se pueden medir, no diría pérdidas, sino más bien lo que se pierde de ganar en un país que tenemos déficit en nuestro comercio exterior y en especial en el turismo. Obvio, ese déficit no se debe solo a las carencias apuntadas, sino también a que nuestros costos superan niveles razonables de competitividad. Pero en cierto modo todo se relaciona con un círculo vicioso de mediocridades y miserias del que nos cuesta salir.

Como datos positivos he notado en especial en Villa la Angostura, San Martín de los Andes y Villa Traful, una muy buena profesionalidad en sus servicios turísticos, restaurantes, bares, hoteles y afines, muy buen trato en lo personal y buena calidad en los servicios que compensa en cierto modo las falencias del estado y de los gobiernos.

Nos tocaron días de sol, nublados y lluvias intensas, y es increíble notar que la belleza de los lugares se adapta a cualquier calidad climática.

Por la época del año, los colores de la vegetación y del agua de los lagos, ríos y lagunas, tienen tal vitalidad que son como caricias al alma que una vez más nos hacen saber que la vida es un encuentro entre uno, la naturaleza y Dios, como lo significaría el saludo judio Shalom, según me explicó un rabino hace muchos años.

Y con Claudia también le decimos un muy sentido Shalom a  Daniel, un amigo que se fue.

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