por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

Algo había escuchado al respecto hace unas semanas, y era que para poder hacer esa reunión en Buenos Aires el gobierno debía cumplir con ciertos protocolos para garantizar la seguridad. Lo cierto es que el desmantelamiento de nuestras fuerzas armadas hace casi imposible aportar   1 portaaviones y 2 fragatas operativas, además de una cobertura aérea provista con aviones de un equipamiento tipo OTAN, por brindar un ejemplo sobre la sofisticación requerida.

El gobierno estaría en este momento viendo como se puede resolver esta cuestión, recurriendo a países amigos que sean aceptados especialmente por Rusia y China, ya que EEUU se ocuparía de la custodia de Donald Trump.

Esta breve introducción podría parecer ajena a los temas turísticos, pero tiene que ver con la cuestión de los destinos seguros.

Lo vivió Turquía, Francia perdió varios miles de Turistas después de los últimos atentados, lo mismo le ocurrió a Egipto y a la costa Norte de África.

El turismo es como el capital, es cobarde, y una gran mayoría de turistas, conocidos los hechos de terrorismo en un país, cambian de destino por otro que piensen que es más seguro.

No creo que la reunión del G20 se llegue a suspender, pienso que de algún modo y con ayuda externa se logrará disponer de los medios necesarios, pero el hecho podría poner en riesgo a la Argentina como destino turístico.

Más aun, en épocas que se están produciendo nuevos hechos que están en el límite entre actos criminales o actos criminales de terrorismo que con amplia difusión llegan a todo el mundo.

La cuestión de los pueblos originarios ha sido politizado de tal manera que ante la desaparición del señor Maldonado, un Juez no autorizó a las fuerzas policiales a seguir un posible rastro porque ello implicaba ingresar en territorio sagrado. (Sic)

Un destino puede tener buena infraestructura turística, pero de poco servirá si el país llega a ser calificado como “no seguro”.

Ya han comenzado a trascender en el boca a boca y en algunos programas periodísticos que en zonas de Rio Negro, Neuquén y Chubut, grupos no identificados cobrarían peajes, cortarían rutas y sin llegar a la agresión física, molestarían a los turistas.

La preocupación se extiende asimismo al sur de Chile.

Esto sin contar agresiones a la propiedad ajena y hechos de violencia. que según algunos analistas como Joaquín Morales Sola, la violencia y los desmanes vinieron para quedarse, como surge de su nota en el diario La Nación del 3 de septiembre: “Es probable que esa nueva marea de violencia no concluya con las urnas del mes próximo… Todo indica que grupos radicalizados de la sociedad han tomado esa deriva por las elecciones, y más allá de las elecciones. Dos altos funcionarios del gobierno aseguraron que la violencia será un tema constante del próximo año. Calificados como "terroristas" por uno de esos funcionarios, que tiene larga militancia política, los grupos rebeldes cumplen con todos los requisitos de los movimientos antisistema conocidos en el mundo. No aceptan las reglas del juego del sistema democrático ni del sistema económico. Al contrario, las combaten. La violencia no es, por lo tanto, un fenómeno pasajero en el país”.

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