La tozudez de las tarifas mínimas y siguen los permisos precarios
Jueves, 29 Junio 2017 22:19

La tozudez de las tarifas mínimas y siguen los permisos precarios

“Los reguladores del transporte siempre esgrimen una razón: si quitan el piso, el precio de ómnibus y avión quedaría prácticamente igual y los transportes terrestres podrían sufrir una gran crisis. Además, si no se suman vuelos, la demanda aérea podría ser mayor que la oferta. Pero el Gobierno hizo algo más: no subió los mínimos, por lo que la inflación llevó a algunos valores a precios muy por debajo de los boletos de colectivos”.

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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

 

En ese párrafo, Diego Cabot, periodista de La Nacion sintetiza la causa del mantenimiento de las tarifas mínimas en el transporte aéreo y es obvio que la obstinación del Ministro Dietrich no resiste análisis alguno, y además es una muestra de desvergüenza política.

 

Digo que no resiste análisis alguno ya que de ese modo se perjudica a usuarios que podrían acceder a un viaje aéreo por un precio inferior al mínimo establecido por la autoridad regulatoria. Pero asimismo se perjudica al transportador, ya que de modo indirecto lo obliga a volar con capacidad comercial ociosa, lo que origina pérdidas, también lo perjudica porque le impide armar un sistema tarifario que le permita aprovechar la máximo su capacidad de carga comercial disponible. Es sabido, menos para el Ministro Dietrich,  que en un avión que viajan, por ejemplo, 150 pasajeros, es casi seguro que solo un 10% pagó la misma tarifa.

 

En el low cost, como dice serlo Flybondi, la tarifa  alcanza mayor dispersión, ya que cada pasajero pagará los servicios que desee usar, modalidad que también comenzó a extenderse en las llamadas tradicionales que, bueno es decirlo, comercialmente ya se comportan como el low cost.

 

Es también un signo de perversidad decir que la inflación terminará de licuar ese mínimo tarifario que por otra parte no se ha modificado, teniendo en cuenta que la inflación, el año pasado fue del 41% y este año, no parece que bajará del 25%. Es obvio que es un vicio de  nuestra  economía que parece imposible de erradicar, no se puede exhibir como un buen remedio.  Nuestra moneda, con sus distintas denominaciones perdió 13 ceros a la fecha y la inflación en los últimos 15 años superó el mil por ciento. ¿algo más que decir?

 

Es cierto, la inflación terminará convirtiendo a ese piso en una mera anécdota, pero para aplicar ese remedio no es necesario tener un ministro de Transporte o de Economía.

 

Asimismo, la preocupación por el transporte de buses también suena a hipócrita, ya que ese transporte continua operando con permisos precarios, lo que también es un modo mucho más grave de causarles perjuicio a sus empresarios y condenarlos a prestar cada día un servicio de menor calidad, como ocurre con todo lo precario.

 

Al margen, es obvio que en nuestro transporte hay una distorsión, ya que resulta anómalo que haya servicios de buses que tengan recorridos superiores a mil kilómetros, teniendo en cuenta  además que nuestro sistema de rutas es también precario.

 

Lo cierto es que el estado debería liberar el sistema de transporte aéreo y delegar en las empresas la fijación de tarifas, horarios, rutas y frecuencias, limitándose a controlar su calidad operativa, para lo que es necesario reformar el código aeronáutico.

 

En nuestro anteproyecto de reforma del código aeronáutico proponíamos modificar estos artículos del código aeronáutico del siguiente modo: "ARTÍCULO 102. – Los servicios de transporte aéreo serán realizados mediante concesión otorgada por la autoridad de aplicación si se trata de servicios regulares, o mediante autorización para la realización de vuelos no regulares y vuelos “charter”. La concesión para realizar servicios regulares comprende asimismo los vuelos no regulares y “charter".

 

La concesión para prestar exclusivamente servicios “no regulares” y “charter” no comprende a los servicios regulares.

 

El procedimiento para la tramitación de las concesiones o autorizaciones será fijado por la autoridad de aplicación. El plazo máximo de la concesión para la explotación de servicios regulares será de quince años, que podrán ser renovados a partir del año aniversario doce contado desde el otorgamiento.

 

ARTÍCULO NUEVO. Todo pedido de concesión para la realización de servicios regulares deberá ser resuelto dentro del plazo máximo de ciento ochenta días corridos desde el ingreso de la solicitud. Si vencido el plazo no hubiere respuesta se considerará otorgada la concesión. El plazo podrá ser prorrogado por una sola vez por treinta días corridos, mediante decisión fundada de la autoridad de aplicación

 

ARTICULO 103. – Las concesiones serán otorgadas a las personas indicadas en el artículo 97. El concesionario tendrá libertad para fijar rutas, horarios y tarifas."

 

Como se  ve el estado otorga concesiones para explotar servicios de transporte aéreo y una vez otorgada, el prestatario  elegirá las rutas, horarios frecuencias y tarifas, sin necesidad de realizar tramite alguno.

 

Recientemente por ejemplo a Flybondi se le negaron unas pocas rutas, considerando que hay sobreoferta. Pues bien, ello puede ser consecuencia de la vigencia de la ley 19030 que debe ser derogada de inmediato, ya que el estado no es quien para opinar si una ruta está sub o sobre explotada, o que la creación de una ruta inexistente es inviable, o bien obligar a explotar rutas que podrían ser insólitas.

 

En casos especiales se debería  establecer un subsidio específico a la demanda, y el sistema de transporte determinará cuál es el servicio más apropiado para ofrecer, que podría ser una combinación de transporte aéreo y terrestre.

 

En fin, en todo gobierno hay un enano regulador que genera un protagonismo lesivo no ya al sistema de transporte sino a la economía en general.

 

El estado debe garantizar sistemas competitivos en un marco de libertad y con capacidad para reprimir abusos, pero fijar tarifas, horarios o rutas ya es un exceso que convierte al estado en protagonista abusivo.

 

En conclusión, el mejor modo de acelerar la “revolución de los aviones”, expresión que suena a rancio romanticismo, sería cambiando políticas y eliminado regulaciones perjudiciales.

 

A su vez, el mejor modo de garantizar un servicio de buses  será el de eliminar la precariedad en un plazo no mayor de seis meses y conceder autorizaciones  definitivas por plazos razonables. Los propios empresarios del sistema apostarán a explotaciones racionales que se complementen con el transporte aéreo y los servicios ferroviarios donde existen.

 

Portal de América

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