El comportamiento de los turistas o turismo del comportamiento
Martes, 09 Agosto 2016 20:33

El comportamiento de los turistas o turismo del comportamiento

“La dificultad reside no en las ideas nuevas, sino en rehuir las viejas que entran rondando hasta el último pliegue del entendimiento de quienes se han educado en ellas, como la mayoría de nosotros” J.M Keynes  13/12/1935.

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por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires

 

Muchas veces mis notas, en especial las relacionadas con el turismo, nacen o se originan en hechos circunstanciales. Un encuentro casual con un conocido; en la escucha obligada de una conversación de una señora por medio de su celular que me agobió durante los 20 minutos que demoró mi viaje en el ómnibus 132 desde Rosario y Av. De la Plata hasta el edificio donde está mi estudio, aclaro que el bus me deja justo en la puerta; en la lectura de algún texto que me hace pensar o de mi propensión a pensar en planes, objetivos y hasta eventuales situaciones que me causarían bienestar.

 

Pues bien, esta nació de un encuentro casual con un conocido que me contó lo que le había ocurrido hacia ya cinco o seis años viajando en auto con su pareja, como se dice ahora, por Austria.  Llegaron  a un pueblo que les encantó, pero se encontraron con el hecho que solo podrían pernoctar en una casa de familia. Esa circunstancia les originó una discusión  sobre la inconveniencia, incomodidad e inseguridad de dormir en una casa de desconocidos.

 

Al final decidieron acometer esa riesgosa experiencia y se alojaron con una familia que les rentó por una noche una habitación con un baño de uso exclusivo y el desayuno con la condición que bajaran al comedor a las ocho de la mañana.

 

Luego me aclaró que esa noche también cenaron con la familia ya que no había posibilidad de hacerlo en el pueblo.

 

Finalizada la cena subieron a su habitación y no pudieron ocultar la satisfacción y el bienestar que sintieron al compartir esa cena con una familia que acababan de conocer  y apenas podían decir algunas palabras en inglés “…pero lo increíble es que nos entendíamos…”.

 

La cosa fue que nos quedamos tres noches porque sentimos, me contaba mi conocido, que esa experiencia seria una vivencia que sería clave para nuestro futuro.

 

La anécdota de esta anécdota es que a partir de esa “vivencia” mi conocido y su “mujer o pareja” cambiaron su modo de viajar, hacen dos o tres viajes al año, y en lo posible siempre tratan de alojarse en casas de familia.

 

Me aclaraba que a veces, las menos, tienen algunos problemas, pero nada que les haga cambiar esta nueva filosofía de hacer turismo o viajar.

 

Leyendo algunos libros sobre lo que se ha dado en llamar “economía del comportamiento o de la felicidad”, nombres inapropiados porque más bien tendríamos  que hablar de la satisfacción de las conductas, y ello aunque tiene consecuencias económicas, excede a la economía.

 

Lo que quiero destacar al escribir esa nota es que la lectura de esos libros me afirma más en una de mis convicciones, que era y es la del valor de las vivencias o experiencias por sobre las cosas que uno puede o no tener.

 

En el turismo los medios de que disponemos nos facilita la posibilidad de encontrar otros modos de hacer turismo o de viajar, si se prefiere.

 

Lo escribí más de una vez, en nuestros viajes lo único que tenemos definido es el aeropuerto al que llegaremos y desde el cual regresaremos.

 

Arribados, salimos desde el aeropuerto en auto y vamos armando el itinerario sobre la marcha hasta que llegue la fecha del regreso.

 

Antes era más difícil, había que ir munidos de mapas, la famosa guía “Michelin” y que Dios nos ayude, aunque es esa época en cierto modo ya existía la economía colaborativa, que eran los  Bed and Breakfasts, algunos de los cuales ahora están en Booking o similares y por cierto en airbnb.

 

“Lo que el dinero no puede pagar” se llama el último libro de Martin Tetaz, y pienso que todos los que estamos vinculados, relacionados y participamos en el mundo de los viajes,  vamos advirtiendo que la felicidad, el bienestar y la satisfacción no depende ya del dinero que uno tenga o pueda gastar, sino del modo en que decide gastarlo. Y como le pasó a mi conocido, tipo de muy buen nivel económico, típico ABC1, descubrió a los casi 60 años que la satisfacción, el bienestar y la felicidad no está en un hotel cinco estrellas, en los que se paga lo que no se usa, sino en compartir y en poder guardar en la memoria “vivencias” que luego serán los recuerdos que evocaremos con verdadero placer.

 

Dudaba sobre contar una intimidad sexual de mi conocido, pero como he mantenido su anonimato, me parece útil divulgarla y creo que tiene relación con todo esta cuestión del bienestar, la satisfacción y la felicidad.

 

Iré al grano, mi conocido me confesó que tuvo que llegar a los casi 60 años, en un pueblo perdido de Austria y en una casa de desconocidos  para que el y su pareja le encontraran real sentido a la sexualidad como satisfacción de una verdadero estado de felicidad.

 

Les recomiendo especialmente  el capítulo 3 del libro de Martin Tetaz, “No, eso no te hace más feliz” y el breve ítem “Don Juan no era feliz”.

 

Por último, me pareció interesante la frase de Keynes transcripta al inicio, sacudamos en el turismo y en el transporte aéreo todo ese rosario de mitos que nos impide ver lo nuevo, en especial nuestras nuevas conductas y el diferente modo de gastar el dinero…

 

Portal de América

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