por Luis Alejandro Rizzi, desde Buenos Aires
Realmente me satisface la opinión de Enrique Cueto cuando dijo, con otras palabras, algo que venimos afirmando desde hace años en el sentido que el transporte aéreo subsidia al turismo y a todas las actividades generadas por la aviación.
Asimismo nos satisfacen las opiniones generalizadas vertidas en Wings of Change en el sentido que Latinoamérica debe tener una política aérea común.
Recientemente analizando la cuestión de las “ventas directas o indirectas”, decíamos que nos parece absurdo que el transporte aéreo deba pagar para vender sus servicios, lo que significa lisa y llanamente subsidiar a los intermediarios. En las figuras comerciales de los contratos de distribución, concesión y franquicia, por mencionar solo algunos, el riesgo comercial lo asume el intermediario, cualquiera fuere la forma legal adoptada.
El intermediario debe agregar valor a la venta y ese valor agregado lo debe pagar el usuario, y si no agrega valor no se le puede reclamar un pago a la línea aérea que es lo que ocurre aun con una comisión del 1% que es un verdadero subsidio.
Es cierto que el propio transporte aéreo es responsable de que la industria aérea no gane dinero y es obvio que también la culpa debe caer sobre las tarifas o precios del servicio del transporte aéreo.
Hay una lógica a menor tarifa más pasajeros, pero la cuestión no pasa por número de pasajeros sino por los resultados económicos, de que le valdría a la empresa “W” transportar millones de pasajeros o de toneladas de carga si pierde dinero.
Si bien pienso que el precio impone y limita los costos, también los precios que pagan o están dispuestos a pagar los consumidores tienen que ver con la prioridad que le asignan a un determinado bien o servicio y a su calidad, según las posibilidades de gasto de cada persona.
El transporté aéreo apunta a la cantidad o a utilizar la máxima capacidad de carga comercial de cada avión (pasajeros y carga), sacrificando precio y calidad. Hoy las condiciones en que se viaja en “economy” son indignas, pero la gente viaja porque considera que ese precio es barato comparado con otros bienes y en consecuencia lo ubica entre sus prioridades.
El transporte aéreo debería ofrecer mejor calidad y mayor precio hasta encontrar el nivel de sustentabilidad que le permita al transporte aéreo ganar dinero en la industria aérea que es un término mucho más general.
La otra cuestión es la necesidad que Latinoamérica tenga una política aérea común.
Quizás con una dosis extrema de ingenuidad pensé que el nuevo gobierno argentino iba a fijar las bases de una nueva política aérea, pero hasta ahora repitió los mismos eslóganes de hace 50 o 60 años que nos ha llevado al fracaso de todo intento de hacer transporte aéreo privado o público en la Argentina, amén de las erráticas políticas económicas.
Una vez más, nuestras autoridades aeronáuticas deberían tomar la iniciativa para proponer la integración del transporte aéreo en nuestra región latinoamericana, lo que obligaría a reformar el código aeronáutico, derogar la cavernaria ley 19030, dictar una nueva legislación laboral, incluida la que regula los tiempos de servicio que le ponga fin a rigidices que impiden incrementar la productividad y que facilite la creación de gremios por empresa a fin de lograr una adecuada protección para el personal aeronáutico sin distinción alguna. No puede ser que Aerolíneas Argentinas, empresa que depende del aporte del estado y que es altamente deficitaria, no solo marque el ritmo del negocio en nuestro país sino que además sea la referente del nivel salarial del sector.
Entre estas iniciativas debería admitirse las nueve libertades del aire para todo operador con AOC expedido en un país de la región, cada operador será libre para solicitar solamente autorización para explotar las rutas que considere de interés, sin condicionamiento alguno, salvo los relacionados con la “safety”.
La impresión que tengo es que hay mucha juventud con ideas rancias y viejas y timorata para la acción. La vez pasada un funcionario me explicaba todo lo que se debería hacer pero que no se puede hacer. Sin querer de algún modo parafraseó a Enrique Cueto.
Señor Ministro de Transporte, Señor Administrador de la ANAC, Presidente de Aerolíneas Argentinas, a las cosas por favor…
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