Chile destaca por la libertad de sus cielos
Viernes, 30 Agosto 2013 10:01

Chile destaca por la libertad de sus cielos

Desde el 22 de junio de 1979, Chile posee una política de cielos abiertos, convirtiendo al país en uno de los primeros Estados en liberalizar su espacio aéreo y en un referente en lo que respecta a la modernización de los sistemas aeronáuticos en el mundo.

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por Ricardo J.  Delpiano

La nueva política comercial reemplazaba el rol excesivo que el Estado tenía en la aviación comercial y está promulgada en la Ley de Aviación Comercial contenida en el Decreto Fuerza Ley N.° 2.564. Está sustentada en los principios del libre mercado con cuatro principios fundamentales:

  • Libre ingreso a los mercados: los servicios de transporte aéreo, sean de cabotaje o internacionales pueden realizarse por las empresas nacionales o extranjeras que hayan cumplido con los requisitos de orden técnico y de seguros establecidos por las autoridades aeronáuticas competentes. La autoridad no limita el número de vuelos ni escalas en que se puede operar tanto para rutas internacionales como domésticas.
  • Libertad Tarifaria: cada operador aéreo es libre de establecer las tarifas que ofrecerá. Sólo debe registrarlas ante la Junta Aeronáutica Civil. Dicho organismo, como cualquier otro del país, no tiene atribuciones para fijar precios. Excepcionalmente, sólo se pueden fijar tarifas en rutas internacionales que por disposición de otro Estado no exista libertad tarifaria.
  • Mínima intervención del Estado: El transporte aéreo en Chile se rige por las reglas del libre mercado y libre competencia, quedando limitada la intervención de las autoridades. El objetivo es reducir la burocracia a favor de la eficiencia del mercado y el bienestar social.
  • Liberalización de la propiedad y el control de las empresas: Chile no dispone de restricciones legales para la constitución de empresas aéreas, tanto de capital como de administración, la cual puede estar parcial o completamente en manos de extranjeros. Las empresas aéreas extranjeras pueden operar en Chile, si que su capital y/o administración se encuentren en manos de nacional del país que designa al operador.

Gracias a una política de cielos abiertos, Chile ha destacado a nivel mundial por su capacidad de generar los mecanismos adecuados para que otros operadores cuenten con las herramientas necesarias para establecer los servicios aéreos que consideren, ya sea desde/hacia el país, utilizándolo como escala intermedia entre dos puntos o bien, para las operaciones de cabotaje. Para ello, el país como una política de Estado ha firmado un sinnúmero de acuerdos y/o convenios de transporte aéreo a nivel bilateral o multilateral.

En los 34 años de cielos abiertos, Chile se ha beneficiado de un desarrollo sustentable del transporte aéreo, permitiendo que las aerolíneas puedan ofrecer un mayor número de servicios aéreos dentro del país, como en vuelos internacionales, con mayores alternativas de viaje ya sea por precio y cantidad de frecuencias, además de permitir que operadores extranjeros presten servicios aéreos de cabotaje.


Como ejemplos, se pueden citar el caso de Aerocontinente, compañía de capitales peruanos que operó dentro Chile entre 2000 y 2001 con la filial Aerocontinente Chile; la creación de Aerolíneas del Sur / Air Comet Chile, como línea aérea del Grupo Marsans –administrador en su entonces de Aerolíneas Argentinas y Austral- y que funcionó bajo el amparo de la compañía trasandina hasta el proceso de estatización de esta.

Otros casos que se presentan en esta misma línea, es el GOL, aerolínea de bajo coste de Brasil que entre 2006 y 2009 utilizó a Chile como escala intermedia en su ruta hacia el Perú; los dos intentos de operación doméstica de la uruguaya Pluna; y la actual operación que realizan compañías de carga internacional que hacen escala en ciudades chilenas como parte de sus servicios internacionales.

Lamentablemente, la apertura aérea del país contrasta con la realidad del tamaño y las características del mercado –composición geográfica y demográfica del país, presencia de bajas tarifas, y carácter terminal de Chile más la estructura operativa de las aerolíneas que arriban al país-, aspectos que se han constituido en una limitante para disfrutar de los beneficios de una libertad aérea total. Adicionalmente, se debe agregar la composición histórica de la aviación comercial chilena con un operador de gran tamaño que hereda la estructura anterior, más dos o tres aerolíneas que completan la repartición.

Gracias al crecimiento económico del país –derivado en parte de la contribución misma del transporte aéreo- , la mayor capacidad de la población para acceder a viajes en avión, la incursión de nuevas tecnologías en el sistema aeronáutico, el desarrollo de los aeropuertos, ese escenario se ha indo modificando.

En la actualidad, Chile posee un mercado aéreo que soporta más de tres operadores y gracias a la diversificación del mismo se han abierto nichos que antes no eran explorados, tales como vuelos específicos como los servicios a la minería, el negocio chárter y una incipiente aviación regional.

Consciente del importante rol que desempeña la aviación en el desarrollo económico y social de un país, el Gobierno del Presidente Sebastián Piñera establece en enero de 2012 la liberalización del transporte de pasaje y carga dentro del territorio nacional sin solicitar reciprocidad a la contraparte. Esto permite a cualquier operador extranjero disponer de mayores facilidades para iniciar vuelos domésticos en Chile, debiendo solicitar las frecuencias correspondientes y cumplir con los requerimientos que exigen la Autoridad Aérea y las otras entidades competentes.

Si bien la medida tiene todavía un escaso impacto –por las condiciones propias del mercado-, representa una herramienta interesante hacia el futuro pues entrega al sistema aeronáutico mecanismos necesarios para que las compañías aéreas puedan incrementar sus servicios en el país en el caso de que existan las condiciones o se justifique dentro del modelo de negocios de cada operador. Un ejemplo, la operación de SINAMI-RBK.

Cualquier operador que ingrese al país debe estar consciente del mercado al que se enfrenta, lo que genera importantes desafíos en la formulación de su plan de negocios o en la estructura de la operación. Chile es uno de los pocos mercados a nivel mundial en los cuales un operador puede gozar de máximas libertades, pero cada uno de estos debe actuar con responsabilidad tanto como empresa como para sus trabajadores.

Portal de América

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