El efecto mariposa
Domingo, 18 Agosto 2013 22:34

El efecto mariposa
Durante mi reciente visita a la última edición de la Expo Real Estate, realizada en el hotel Hilton de la ciudad de Buenos Aires, tuve la oportunidad de escuchar la conferencia denominada “Panorama financiero local e internacional: Perspectivas sobre los valores del metro cuadrado”.
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por Florencia Sader, desde Punta del Este

La exposición corrió por cuenta de un tipo inteligente: Claudio Zuchovicki, Gerente de desarrollo de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires.

Durante su charla, don Zuchovicki no predijo el valor del metro cuadrado en Buenos Aires en los próximos meses y mucho menos cuanto costará el de Punta del Este.

Si dio una perspectiva de lo que puede pasar en la Argentina en el corto y mediano plazo, de acuerdo a una serie de variables e imponderables, tanto domésticas como foráneas.

“Si los mercados hablaran, me están anticipando que el mundo empieza a mejorar a favor de los países desarrollados, no tan a favor de los países emergentes, dependiendo de cómo hayan hecho las cosas” dijo el experto.

Mientras escuchaba esta explicación no pude dejar de pensar en el viento a favor que no sólo nosotros, sino también nuestros vecinos hemos disfrutado hasta no hace tanto.  Como una cosa lleva a la otra, de inmediato recordé donde están ahora ellos, especialmente en cuanto al mercado inmobiliario respecta, y dónde terminaremos quedando nosotros.

Uno va a estos congresos para tratar de poner las cosas en contexto. No hay como salir de nuestra pequeña isla y escuchar la opinión de los expertos para poder ver todo con una renovada perspectiva. Siempre con la esperanza de entender un poco mejor cómo la situación argentina y regional nos afecta en Punta del Este. De paso poder anticiparse a las tendencias. Dentro de este espíritu, habiendo pasado más de una semana del congreso inmobiliario, un ejemplo, que Zuchovicki usó para ilustrar la situación argentina, me dejó pensando.

En un momento de la conferencia, el disertante tomó un vaso de agua con su mano, extendió el brazo y le preguntó a la audiencia cuanto creían que éste pesaba. “Debe andar por los trescientos gramos” dijeron una o dos personas. Efectivamente, ese vaso a medio llenar pesa en ese entorno. Pero la percepción de cuánto pesa ese vaso depende también de cuánto tiempo lo sostenemos en esa posición tan incómoda y antinatural. Después de media hora, la sensación para el que lo sostiene va a ser que pesa mucho más. Luego de un día, probablemente, se sienta como Atlas con el peso del mundo sobre los hombros, si es que todavía puede sostenerlo.

¿A qué viene esto? No pude evitar pensar que este vaso cada vez más pesado está también en las manos de muchos de los que tratan de seguir dando buenas nuevas a pesar de que todo indica lo contrario.

En un mundo hiper-conectado, en el que muchas empresas sin patria conocida valen más que el PBI de varios países juntos, la información es cada vez más accesible para quien se la quiera procurar. Esos mismos brazos cansados que sostienen lo que en un momento parecía un inofensivo vaso medio lleno, deben estar sintiendo también una profunda fatiga, imposible de disimular.

La magnitud de los problemas muchas veces es directamente proporcional a cuánto tiempo duran las distorsiones. A medida que el tiempo pasa, cada vez se hace más difícil corregir el rumbo y un aparentemente inofensivo vaso de agua puede virtualmente derrotar a un individuo.

Tenemos un claro ejemplo en nuestros vecinos. También nosotros hemos tenido nuestros propios vasos de agua que sostenemos, cada vez con mayor fatiga, presos ya de dolorosos calambres y con el pulso tembleque.

La realidad nos guste admitirlo o no, es que dependemos de factores externos, prácticamente imposibles de controlar: política monetaria de otros países, tasas de interés, factores políticos y sociales de naciones que están a miles de kilómetros de nuestro pequeño país pero que inevitablemente nos afectan.

Dice un viejo proverbio chino “el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo".

¿Y qué podemos hacer? Cuando las alas de alguna mariposa se agitan del otro lado del Atlántico, o del Pacífico, no sólo nos afecta a nosotros, por más que somos la patria de Forlán donde el director Kusturica hace un documental sobre el Pepe. Como en un castillo de naipes, las cartas van cayendo una a una hasta que los efectos llegan a nuestro remoto rincón del planeta.

Lo mejor que podemos hacer es admitir la situación, tomar las pocas medidas que el brete en que nosotros mismos nos fuimos metiendo nos permite, y tratar de campear el temporal, esperando a que los astros vuelvan a alinearse a nuestro favor.

Ahí sí, cuando los hados nos sean nuevamente propicios, esa vez ,quizás, podamos aprovechar mejor el viento de cola para hacer de una buena vez las obras de infraestructura y los cambios necesarios para que el próximo aleteo nos agarre a todos mejor parados.

Portal de América

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