La ceniza volcánica puede ser letal para los aviones
Domingo, 26 Abril 2015 16:43

La ceniza volcánica puede ser letal para los aviones
Las aeronaves comerciales se someten a volar en zonas de tormentas, niebla, y en ocasiones de nieve.  Sin embargo, la ceniza volcánica representa una amenaza importante a la navegación aérea y puede ser letal tanto para los motores, estructura, parabrisas y ventanillas del avión como para la salud humana.
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por Alejandro Spera, @alejandrospera

La ceniza volcánica está compuesta por partículas abrasivas conformadas por rocas filosas (como granos de arena) de gran poder de abrasión sobre plástico, metal y vidrio.  En su forma pulverizada, pueden ser tan pequeñas como de 1 micrón, por lo que son capaces de penetrar fácilmente en cualquier cavidad sellada.  A partir de la erupción de un volcán, las columna de humo producida puede alcanzar altitudes de 40.000 pies, la franja de crucero de la mayoría de las aeronaves comerciales, e inclusive superar los 100.000 pies.  Mientras que la duración de estas columnas es de unas pocas horas, las nubes de ceniza volcánica suspendidas en la atmósfera pueden viajar miles de kilómetros alrededor del globo, gracias a la constantes de viento.  Vienen acompañadas de dióxido de sulfuro en estado gaseoso, que, al combinarse con el agua, producen ácido sulfúrico, agente corrosivo para el avión y peligroso para la salud de los pasajeros a bordo.  

El vuelo a través de zonas afectadas por ceniza volcánica puede producir un desgaste importante de los motores o la pérdida simultánea de los mismos.  Los turbo-ventiladores que equipan los aviones jet son sistemas de alta compresión de aire que completan su combustión en la turbina para producir la propulsión, aportando un empuje suficiente para desarrollar altas velocidades durante el ascenso y vuelo crucero.  La ceniza volcánica puede producir un desgaste muy importante en los álabes (aspas) del motor al punto que puede quedar como “cincelado”.  Al interior del motor, los componentes del sistema de enfriamiento pueden quedar carbonizados con hollín.  Dado que el punto de fusión de las partículas es menor a la temperatura desarrollada al interior de la cámara de combustión de la turbina, estas rocas pueden fundirse completamente, y al enfriarse, producen una capa vidriosa de mineral de silicio.  Esto es sinónimo de lava dentro de la turbina.  Los daños en los componentes de los motores pueden verificarse tanto a corto como a largo plazo, generándose corrosión por los gases y ácidos a los que estuvo expuesto durante una ingesta de ceniza.

Las partículas de ceniza volcánica pueden contaminar los sistemas de pitot -sensores de velocidad y altitud de la aeronave basados en el movimiento dinámico del aire- así como las tomas estáticas, induciendo a errores muy importantes en la lectura de los instrumentos de vuelo de la aeronave.  Los bordes de ataque de las alas y estabilizadores del avión pueden desgastarse, al igual que los parabrisas o cobertores de vidrio de las luces del avión.  En cuanto a los componentes electrónicos, la ceniza volcánica mezclada con agua forma ácido sulfúrico, capaz de generar corto circuitos, corrosión o fallas en sistemas eléctricos. Además, el aire acondicionado y presurización puede verse afectado a partir del ingreso del polvo volcánico en los ductos y su retención en los filtros, lo que representa un riesgo para la salud de los ocupantes y puede resultar en una despresurización de la aeronave.

El radar meteorológico del avión, capaz de señalar las nubes de tormenta (Cumulus Nimbus - Cb), peligrosas para la navegación aérea, no posee la capacidad de detección de las nubes de ceniza volcánica, por lo que los pilotos deben basarse en reportes previos de los servicios meteorológicos o de los efectivamente emitidos por otras aeronaves que hayan volado en la zona.  A su vez, las nubes de ceniza de baja densidad son difíciles de identificar a simple vista, aunque pueden presentar un olor ácido, similar al humo producido por una quemadura eléctrica.  En la noche, son aún más difíciles de divisar, ya que se confunden con otras formaciones de nubosidad. 

Según estudios del fabricante Airbus, el vuelo a través de nubes de ceniza de baja densidad puede generar daño material importante en la aeronave.  Esto se agudizará si la aeronave volara en condiciones de nubes de ceniza de mayor densidad.  Algunas recomendaciones incluyen evitar el vuelo hacia destinos o aeropuertos con cualquier condición de ceniza volcánica.  Si el avión permaneciera en plataforma bajo la afectación de una nube volcánica, se debe proteger sus motores, sensores dinámicos y estáticos, válvulas del sistema de presurización.  No debe usarse limpiaparabrisas para “barrer” la ceniza depositada en los vidrios.  Por su parte, las capas de ceniza depositadas en la pista del aeropuerto pueden representar un riesgo adicional para operaciones de despegue y aterrizaje, especialmente durante la aplicación de frenos. 

La Autoridad Aeronáutica no prohibe la operación por parte de las aerolíneas siempre que exista una herramienta de análisis de riesgo y procedimientos para mitigar los riesgos asociados al vuelo.  En este sentido, la Organización de Aviación Civil Internacional  (OACI) recomienda poner en práctica un sistema de análisis de riesgo como parte del Sistema de Gestión de la Seguridad (SMS, por su sigla en Inglés) previo a realizar operaciones aéreas afectadas por ceniza volcánica, basada en la información disponible de los servicios meteorológicos y los observatorios de volcanes, centros de monitoreo de ceniza volcánica, reportes satelitales, locales y de aeronaves.  En el mundo existen nueve centros de monitoreo de ceniza volcánica (VAAC, por su sigla en Inglés).  El que realiza el seguimiento en la región comprendida entre Chile, Argentina y el Uruguay está en Buenos Aires. 

La OACI brinda una guía operativa frente al desarrollo del vuelo en estas condiciones, así como posibles síntomas tanto para la salud como en materia de observación de la estructura y control de la aeronave.   Es imprescindible la actualización permanente de la información durante el vuelo así como la capacitación y la toma de consciencia de las tripulaciones acerca de esta amenaza a la seguridad.  Finalmente, se debe tomar en cuenta la protección de la aeronave en los aeropuertos ante la caída de ceniza sobre dichas locaciones.    

La amenaza que representa la ceniza volcánica puede mitigarse; sin embargo, los costos de reparación de las aeronaves a partir de una ingesta de partículas asciende a varios millones de dólares.  En este contexto, lo único que garantizaría la no ocurrencia de daño al volar en zona de nubes de ceniza volcánica es evitar la realización del vuelo, por lo que muchas aerolíneas en el mundo cancelan sus operaciones en las rutas afectadas, por el bien de la seguridad, integridad y salud de sus ocupantes. 

Portal de América

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