En la página 193 del libro Pluna, el riesgo de volar alto de Sergio Antonio Herrera, en el capítulo "El señor de los barcos y la estrategia capicúa" el director del PDA escribió:
A pesar de la famosa foto del restaurante Lindolfo, donde López Mena aparece junto a Lorenzo y Hernán Calvo, a escasas horas de lo que después se supo fue una parodia de subasta, siguió adelante.
A pesar de que, acorralado por la opinión pública y hasta por varios dirigentes políticos, tuvo que hacerse cargo del pago de la multa por el aval a Cosmo, siguió adelante.
Dicen los que saben que siempre tuvo el boleto de reserva de la subasta en su poder. Dicen los que saben que desde el Poder Ejecutivo le han hecho llegar a la gente de Alas Uruguay el mensaje: “El proyecto de ustedes sale más rápido si llegan a un acuerdo con López Mena”.
Incluso algunos integrantes del Poder Ejecutivo nos pidieron a nosotros personalmente, en el mes de octubre de 2013, que les hiciésemos saber eso mismo a los integrantes de Alas Uruguay: que si negociaban con López Mena, se aceleraba el nacimiento de la nueva aerolínea.
A pesar de nuestras convicciones, decidimos dar el recado. Lo transmitimos de la misma forma en la que se nos dijo. La respuesta obtenida en ese momento es irreproducible.
Dicen los que saben que la de este Poder Ejecutivo con respecto a Pluna fue una estrategia capicúa: empezó como quieren que termine, favoreciendo a López Mena.
Diez páginas muy ilustrativas
En esta parte del libro dedicada al permanente sobrevuelo de López Mena en esta historia, además del tema del boleto de reserva se conoce con lujo de detalles la negociación que tuvo el empresario con Matías Campiani en el año 2008 y un muy jugoso seguimiento al relacionamiento del dueño de Buquebús con el presidente José Mujica.
Pero ya desde el inicio del capítulo, Herrera describe quizás por primera vez en pocas líneas los inicios de la actuación del Señor de los barcos en Uruguay:
Antes de que se presentara Varig para asociarse con Pluna, López Mena ya había hecho un intento por hacerse de la aerolínea de bandera uruguaya en 1993, integrando una propuesta denominada Pluriconsorcio. Con el paso del tiempo, el tema Pluna pasó a ser su obsesión.
Mucho antes, a mediados de la década del 80, consiguió ingresar al Uruguay 10 ómnibus de gran nivel en “admisión temporaria”. No sabemos de qué resortes legales se valió y seguramente los pagó con el trabajo de las propias unidades, en jugada perfecta.
Del otro lado del río, a finales de los 80, empezó a reinar la pizza y el champagne y desde adentro de las burbujas apareció la nueva terminal de Puerto Madero, mientras que en este lado, cuando alguna vez pasábamos por la esquina de Colonia y Río Negro, donde estaba la base de Buquebus después de absorber a Ferry, donde suponemos “se armaba algún foro”, uno quedaba colorado viendo el desfile de conocidas figuras de la política nacional. Claro que de alguno de esos foros surgió la fundación Buquebus, y para no ser menos, la nueva terminal en esta ribera del río.
Los años siguientes fueron los del posicionamiento definitivo de la marca y de la extinción de toda competencia fuerte en la ruta fluvial. Avanzaba el imperio. A medida que avanzaba el imperio, fueron siendo innecesarios los foros y las embestidas bagualas y aparecieron las materas y las alpargatas.